
“Las discriminaciones que las mujeres experimentamos a lo largo de nuestras vidas por el sólo hecho de serlo, se prolongan y a veces se profundizan en la etapa de la vejez. Y se pueden cruzar, además, otras condicionantes como la identidad trans, ser lesbiana, ser discapacitada, ser pobre, ser migrante, ser indígena…”, reflexiona la periodista chilena Adriana Gómez Muñoz.
Durante más de dos décadas trabajó como editora de la Revista Mujer Salud, publicación de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC) y, hoy, con 77 años, Adriana Gómez Muñoz se autodefine como “feminista laica, dedicada al ciberactivismo a favor de los derechos de las personas mayores, en especial de las mujeres mayores”.
Pregunta. ¿Por qué es importante la acción de la comunicación en los temas de vejez y envejecimiento?
Respuesta. Sin duda es un ámbito central en los temas de vejez y envejecimiento, puesto que una buena comunicación puede transmitir y explicar conceptos claves para la comprensión de dichos procesos en sus múltiples aspectos. Comunicar, por ejemplo, la biología del envejecer, la experiencia de las familias frente al envejecer de algunos de sus miembros, el acceso de las personas mayores al trabajo, a la salud, a la previsión social, a la cultura, etc. Al mismo tiempo, la comunicación puede permitir la participación de las voces de estas personas y sus inquietudes, sobre todo considerando que en la sociedad de hoy las personas mayores son colocadas más bien al margen de los debates públicos.
En este aspecto, reconoce Adriana, “el rol de los medios de comunicación no ha sido positivo; por el contrario, se puede decir que difunden estereotipos e imágenes sesgadas sobre las personas mayores, lo que contribuye a su discriminación social. Las vejeces son muy diversas, sin embargo, los medios favorecen una visión única de personas mayores más bien débiles, dependientes, con escasa autonomía y apegadas siempre a ‘tiempos pasados’”.
La periodista feminista continúa reflexionando: “esto se ha reflejado con meridiana claridad en estos tiempos de pandemia, pues las personas mayores son destacadas principalmente en razón de su alta vulnerabilidad respecto del contagio, pero no hablan, por ejemplo, de su capacidad de autocuidado, de su resiliencia, de sus ganas de vivir. Más aún, en Chile, a partir de las necesidades de sobrevivencia de sectores empobrecidos, se instalan Ollas Comunes para compartir alimentos, en las cuales muchas veces son mujeres viejas quienes las organizan. En otros aspectos, son también estas mujeres las que se hacen cargo del cuidado de enfermos, de nietos, etc. Hablar de personas mayores que están sentadas en sus casas viendo la vida pasar, es totalmente incongruente con la realidad”.
Pregunta. ¿Qué otras temáticas relacionadas a las personas mayores consideras que hay que comunicar más y mejor?
Respuesta. Por supuesto tengo un sesgo marcado desde mi ser feminista, es decir, tengo especial interés en profundizar en la temática de “mujer y vejeces”. Opino que las vejeces femeninas difieren de las vejeces de los hombres, a partir de su condición de género. Es decir, las discriminaciones que las mujeres experimentamos a lo largo de nuestras vidas por el sólo hecho de serlo, se prolongan y a veces se profundizan en la etapa de la vejez. Y se pueden cruzar, además, otras condicionantes como la identidad trans, ser lesbiana, ser discapacitada, ser pobre, ser migrante, ser indígena… Creo que es urgente abordar específicamente la vejez de las mujeres en sus particulares desafíos y complejidades, toda vez que la vejez también se está feminizando. Es decir, las mujeres somos mayoría en la población de mayor edad, pero no siempre vivimos mejor.
Otro tema de urgente discusión debería ser el cuidado. Considerando que las mujeres han sido, históricamente, las cuidadoras en las familias, esto implica que cuando llegan a viejas usualmente han tenido escasa oportunidad de trabajos remunerados y de acceder a pensiones dignas. La vejez de las mujeres, por consecuencia, a menudo está marcada por la pobreza y la desprotección, pero también por la soledad toda vez que es frecuente que sobrevivan a sus esposos (mayor expectativa de vida femenina vs masculina).
LAS PERSONAS MAYORES DEBERÍAN SER ESCUCHADAS E INVITADAS A PARTICIPAR ACTIVAMENTE EN EL DISEÑO E POLÍTICAS PÚBLICAS DIRIGIDAS A LA ADULTEZ MAYOR, NO DEBEN SER SOLAMENTE RECEPTORAS DE AYUDA, DE “ASISTENCIA”.
Pregunta. Es fundamental, entonces, que los organismos públicos, la academia, las escuelas, las organizaciones sociales, los medios de comunicación, participen en instancias de reflexión sobre comunicación y personas mayores…
Respuesta. Por supuesto que deben abrirse espacios de diálogo amplios, intersectoriales, intergeneracionales, para compartir opiniones acerca de la adultez mayor, no solo en lo relativo a la comunicación sino sobre distintos aspectos de esta etapa de la vida. Las personas mayores deberían ser escuchadas e invitadas a participar activamente en el diseño y evaluación de políticas públicas dirigidas a la adultez mayor, no deben ser solamente receptoras de ayuda, de “asistencia”.
Por otra parte, persisten conceptos erróneos sobre lo que implica el proceso de envejecimiento y cómo lo viven las personas a partir de sus condiciones sociales, económicas, de género, territoriales, educativas, etc. El mundo envejece aceleradamente, es un proceso que se observa en muchos continentes y regiones, incluida la nuestra. Chile, mi país, es uno de los más envejecidos de América del Sur, y el envejecimiento poblacional es un proceso que no tiene retorno. Es momento que hablemos de ello con las personas que están directamente involucradas. Por supuesto es un tema sociocultural, de derechos humanos, de educación de las familias, en fin, aprender a respetar, reconocer y valorar las distintas edades.
Pregunta. El viejismo es un problema sociocultural, justamente. ¿Cómo podemos luchar contra eso?
Respuesta. Por ejemplo, es necesario instar a los medios a que cambien sus lenguajes y abandonen los estereotipos que predominan sobre la vejez. Hay distintas formas de hacerlo, por supuesto siguen vigentes las tradicionales cartas al editor que tienen un impacto limitado, pero sobre todo hay que tratar de utilizar las redes sociales que nos permiten una mejor y más rápida llegada a la opinión pública. Obviamente en este aspecto se cruza la ya conocida brecha digital que hay que confrontar, las personas mayores necesitan acceso y capacitación en este terreno, ojalá se garantizara aquello para que se familiaricen con el mundo digital que hoy predomina y lo utilicen a su favor.
Sería deseable, además, trabajar con profesionales de la prensa y también profesionales de la publicidad, sensibilizarles en estos temas, invitarles a estudiar un poco más acerca de las características del envejecimiento, cuáles son las realidades de las personas mayores, sus demandas prioritarias, cuáles son los instrumentos de derechos humanos que les protegen, etc. Hay que instalar el tema en el debate público, no esconderlo.
Pregunta. ¿Alguna vez te sentiste discriminada o estigmatizada por una frase o una imagen que viste en algún medio de comunicación?
Respuesta. En general los medios de comunicación muestran a personas mayores muy frágiles, desempoderadas, con necesidad de asistencia permanente, con ausencia de intereses y habilidades. Esto es discriminatorio, sin duda alguna, porque no corresponde a la realidad, en primer lugar, y además porque uniformiza a personas que son muy diversas. No solo es un sentimiento personal, estoy segura que la disconformidad por estas imágenes es compartida por la mayoría de la gente mayor.
ES FRECUENTE QUE LAS AUTORIDADES QUE SE ENCARGAN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DIRIGIDAS A ESTE SECTOR, HABLEN DE ‘NUESTROS ADULTOS Y ADULTAS MAYORES’, LO QUE ES ABSOLUTAMENTE INCORRECTO. INFANTILIZA Y ES UN SESGO MARCADAMENTE PATERNALISTA
Pregunta. ¿Alguna vez te sentiste discriminada o estigmatizada por una frase o expresión que te hayan dicho en algún encuentro familiar, entre amigos y amigas o en un espacio público?
Respuesta. Lo más frecuente en el espacio público es que a las personas mayores se les diga “abuelitas o abuelitos”, siendo que no todos lo son. Esto estigmatiza porque se les identifica a partir de un parentesco, la abuelidad, y no a partir de su identidad como persona, se difumina esta identidad a partir de la imagen de “abuela, abuelo”. Yo, en mi condición de persona mayor, lo he vivido muy frecuentemente.
También es usual que las autoridades que se encargan de las políticas públicas dirigidas a este sector hablen de “nuestros adultos y adultas mayores”, lo que es absolutamente incorrecto. Infantiliza y es un sesgo marcadamente paternalista.
Otro espacio donde frecuentemente se observa un lenguaje muy infantilizador hacia las y los viejos es en los servicios de salud. Es muy poco respetuoso que se les hable de “mamita”, “abuelita”, “abuelito” cuando interactúan con profesionales médicos o enfermeras. Necesitan (necesitamos) un trato horizontal, respetuoso y digno. Como se ve, hay mucho que trabajar al respecto, a nivel de la sociedad toda y de las instituciones del Estado, en el sistema educativo, en los servicios de salud, el mundo de las comunicaciones, el mundo del trabajo, y por supuesto en las familias. Las vejeces no deben ser una condena, sino una etapa de la vida que merece ser vivida con dignidad y reconocimiento.
* Nota publicada en el Boletín 24, «Comunicación y personas mayores desde un enfoque de derechos humanos» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.