Desde hace varios años, los programas educativos formales, no formales e informales dirigidos a personas mayores fueron incorporando diferentes propuestas vinculadas a la enseñanza sobre el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, la experiencia de aislamiento social vivida durante el 2020 y el consecuente pasaje de todas las actividades a la virtualidad, visibilizaron la relevancia de potenciar tales iniciativas para garantizar no sólo el derecho a aprender sino también a acceder de manera fácil y rápida a todo tipo de información a lo largo de la vida.

Desde este marco, resulta fundamental dialogar con profesionales para crear una instancia de reflexión sobre la alfabetización digital y las propias prácticas durante los procesos de enseñanza y aprendizaje para y junto a personas adultas mayores. Se trata de reunir datos y experiencias para desarrollar políticas públicas y acciones que den respuesta al actual contexto.

“Un gran objetivo que me propongo no tiene que ver únicamente con identificar qué botón específico hay que apretar para lograr tal cosa, sino poder explicar lógicas más generales. Me interesa que las personas mayores entiendan qué están haciendo, por qué y para qué”, explica Daniela Szklanny, docente de talleres de educación digital.

 

Daniela Szklanny | Fuente: Propia

 

Pregunta. ¿Cómo definirías la alfabetización digital y su vínculo con la gerontología? 

Respuesta. La alfabetización digital es similar a la enseñanza de un nuevo lenguaje, busca el desarrollo de capacidades para usar las nuevas tecnologías, entendiéndolas como un cuerpo de ideas, conceptos, razonamientos y estructuras diferentes. Si bien las personas mayores viven, transitan un espacio o ambiente atravesado por las tecnologías, el desconocimiento sobre su uso y funcionamiento, la idea viejista o edadista -avalada por los medios y el marketing- de que “la tecnología es cosa de jóvenes”, se traduce en un miedo bien concreto: no quiero tocar, no quiero probar, por sí genera consecuencias también desconocidas que reafirman mi supuesta incapacidad.

Pregunta. Por esto y ¿por qué otros motivos es importante la inclusión del mundo digital en las propuestas destinadas a personas mayores?

Respuesta. Es justamente el aprendizaje a lo largo de la vida, y en particular en edades avanzadas, lo que permite afrontar las vicisitudes del envejecer, revitalizarse, enriquecerse e integrarse en redes sociales. Seguir aprendiendo en estas épocas de cambios tan veloces es la manera de poder reducir brechas generacionales, digitales, y de seguir encontrando placer en el proceso de aprender algo nuevo. Es necesario hacer hincapié, masificar la idea de que envejecer no implica de por sí un deterioro de las capacidades intelectuales, sino un cambio en los ritmos y enlentecimiento de procesos. En este sentido, José Yuni, investigador argentino sobre educación en la vejez, nos explica que hay un gran paralelismo entre el acceso a la educación y una vejez más saludable.

Pregunta. Y en este proceso de enseñanza y aprendizaje, ¿cómo trabajas tus propios prejuicios y los de las demás personas? ¿Cómo se deconstruye o, al menos, cómo se intenta deconstruir esas ideas viejistas o edadistas?

Respuesta. Solemos pensar a la vejez de manera homogénea, con una única idea. Si bien yo trabajo con personas mayores urbanas de clase media, y esto es importante aclararlo, la heterogeneidad en la experiencia educativa sirve para empezar a pensar en las “vejeces”. Por lo tanto, como educadora, tengo que tener presente esta concepción que parece obvia pero no lo es. Por ejemplo, en cuanto a las nuevas propuestas que surgen, también se puede observar que existen ciertas limitaciones. ¿Por qué no enseñarles programación a las personas mayores? Si nadie nunca los convoca desde ese lugar, ninguna persona mayor va a arriesgarse a hacerlo. Es nuevamente el viejismo/edadismo operando: “a tu edad podés hacer sólo esto y esto”, todo lo demás queda relegado a los más jóvenes. Vos ya no podés. Y si podés, ¿para qué lo harías?

En 2015 Argentina adhirió a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, convertida en la Ley 27.360 dos años más tarde. El artículo 20 de este documento de carácter vinculante destaca la relevancia de “promover la educación y formación de la persona mayor en el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) para minimizar la brecha digital, generacional y geográfica e incrementar la integración social y comunitaria”.

 “Es mi prioridad enseñarles a las personas mayores a ´”leer” la nueva tecnología y a operar sobre ella: ser activos, no meros consumidores pasivos. Pensando en Freire, partir de la “palabra” generadora, de ejemplos que acerquen las nuevas tecnologías a ideas que las personas mayores ya tengan incorporadas previamente, que tengan que ver con su contexto de uso”, resalta Szklanny. “Intento que entiendan y relacionen determinados íconos universales, para ayudar a que sean versátiles y autónomos. Si el día de mañana cambian de celular, de computadora, de sistema operativo, apuntar a que eso no los descoloquen: que tengan bases sólidas que les ayuden a cambiar de una tecnología o dispositivo a otro porque incorporaron el trasfondo del funcionamiento”.

Pregunta. ¿Qué son concretamente las competencias digitales?

Respuesta. Una competencia digital es, por ejemplo, la posibilidad de hacer búsquedas fiables por internet: encontrar lo que están buscando, comprenderlo críticamente, entender los intereses políticos y económicos que hay detrás de los usos de la tecnología, porque no es neutral: entender por qué cuando hacen una búsqueda en google, siempre aparecen páginas con anuncios al principio. Qué hacen google o las redes sociales con nuestros datos, si hay que permitir o no que accedan a nuestra ubicación dependiendo el caso, saber cuándo ingresar determinada información privada y cuándo no, develar los intereses publicitarios que hay por detrás. Otra competencia es entender. Identificar noticias falsas, aprender a leer las URL, las fuentes, hacer búsquedas por imágenes que les permitan chequear si lo que están viendo es actual o no, si está vigente o ya caducó. También puede hablarse de la capacidad de comunicarse a través de los canales de mensajería digitales existentes, participar de las redes sociales, hacer uso de las herramientas de participación ciudadana.

La educadora reconoce y puntualiza que una pregunta que se hace constantemente es cuál sería la didáctica de la educación digital para personas mayores. “Atendiendo a las características cognitivas de las personas mayores descriptas por Yuni, cambio en los ritmos y enlentecimiento de procesos, sería importante: priorizar la profundidad de los contenidos a la cantidad, es decir, elegir pocos temas a trabajar y explicarlo en profundidad, desde diferentes puntos de vista, dando lugar a la repetición y sobre todo a la posibilidad de ponerlo en práctica; encontrar la mejor forma de hacer un registro de lo que se está estudiando o aprendiendo: material escrito o material audiovisual, lo que sea que les permita volver sobre aquello que se aprendió; y lograr reconocimientos de íconos universales que les permita generalizarlos”.

Pregunta. ¿Y cuáles son los desafíos que se presentan en el accionar diario de enseñanza y aprendizaje?

Respuesta. A veces la enseñanza de las nuevas tecnologías implica un proceso de desnaturalizar completamente lo que tenemos incorporado, naturalizado y aprendido para poder transmitirlo a alguien que lo escucha o lo prueba por primera vez. Desarmarlo en pasos más pequeños, sin obviar ningún procedimiento. Hacerse preguntas que no nos las hacemos en nuestra cotidianidad ¿Cómo es el paso a paso de abrir una conversación de Whatsapp en nuestro celular? ¿Cuál es la diferencia entre un navegador y un buscador? Otro desafío interesante que se empieza a percibir en la enseñanza de las nuevas tecnologías es que dentro del abanico de dispositivos tecnológicos (smartphone, tablet, netbook, notebook, PC) las lógicas de uso también son diferentes entre sí. Es cada vez más frecuente encontrar que gran cantidad de personas mayores están muchísimo más habituadas al uso de los celulares o dispositivos táctiles, porque justamente se caracterizan por estar pensados para un uso muy intuitivo y accesible. Eso genera que, al querer enseñarles a utilizar una notebook o aprovechar las funcionalidades y comodidad de una computadora, se enfrentan con que tienen que “desaprender” algunas lógicas que adquirieron utilizando el celular.

En su experiencia como educadora, Szklanny pudo identificar que las personas mayores que deciden alfabetizarse digitalmente sienten con claridad que “su desconocimiento sobre el mundo de las nuevas tecnologías “los deja afuera” de sus vínculos sociales y familiares, de sus actividades cotidianas y del mundo profesional.

Es precisamente ese sentir el que debe ser atendido con urgencia, con más y mejores propuestas, en este “nuevo mundo”, en el que el contexto virtual se ha generalizado y la expansión tecnológica ha tomado aún mayor velocidad. De esta manera, señala la especialista, “las acciones y políticas de alfabetización digital tienen que acercarles a las personas mayores un contenido que tenga que ver con necesidades concretas, personales, propias. Y luego andamiar, ofrecer nuevas alternativas, más posibilidades. Traccionar para dar un paso más, para ir más a fondo: cuando las personas mayores nos proponen saltar, correr el riesgo, y acompañarnos en ese proceso, se llega a lugares que desde el punto de partida nos parecen inimaginables”.

Daniela Szklanny es Lic. y Prof. en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires y se encuentra finalizando la especialización en Intervención y Gestión Gerontológica de la Universidad Tres de Febrero. Es docente de talleres de educación digital para personas mayores  y se desempeña como Facilitadora Pedagógica Digital en escuelas de nivel primario.

*Entrevista publicada en el Boletín 23, «Las personas mayores y el aprendizaje a lo largo de la vida» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.