Licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, Anna Forés es profesora universitaria desde hace más de 25 años | Fuente: Boletín 23 PICSPAM

Anna Forés, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, nos brinda algunas claves para comprender el aporte de la neurociencia al ámbito educativo y al aprendizaje de las personas adultas mayores.

Pregunta. ¿Cómo se define la neurociencia?

Respuesta. Es la disciplina científica que estudia al sistema nervioso en relación a todos sus aspectos: la estructura molecular, celular, anatómica y funcional, y por tanto, también las patologías y las formas de tratarlas. Es decir, estudia todos los cambios que se van desarrollando a lo largo de la vida. La neurociencia nos ayuda a entender cómo aprendemos y cómo funciona el cerebro, y la integración entre la neurociencia y la educación forma lo que se denomina la neuroeducación.

Pregunta. La neuroeducación es un término que se ha adoptado recientemente y del cual nos queda mucho por descubrir, ¿qué beneficios puede aportar en los procesos de enseñanza-aprendizaje de las personas mayores?

Respuesta. Es evidente que la neuroeducación nos abre muchas vías de esperanza porque da cuenta de algunas creencias falsas o neuromitos, como por ejemplo, que la capacidad para aprender es limitada. Por definición biológica, sabemos que nuestro cerebro está dispuesto para aprender, por tanto, no tiene un límite de edad. Es cierto que existen ‘ventanas de oportunidad’ donde los aprendizajes son más fáciles, sin embargo, siempre podemos aprender.

Pregunta. Nos hablas de “neuromitos”, ¿qué significan?

Respuesta. Los neuromitos son aquellas falsas creencias sobre el funcionamiento del cerebro aplicadas, en este caso, a la educación. Tienen su razón de existir en determinadas afirmaciones que se daban por ciertas en un momento particular y en consecuencia, nos fueron explicadas de esa manera. Sin embargo, con el avance de la ciencia y la tecnología asociadas a la investigación, nos damos cuenta realmente que esas creencias no eran ciertas, que eran neuromitos. Hoy en día, con el desarrollo de la neurociencia, podemos ver realmente cómo
está aprendiendo nuestro cerebro en tiempo real y de esta manera, podemos comprobar y certificar científicamente por qué hay cosas que funcionaban y otras que no.

Pregunta. ¿Cuáles son los neuromitos que comúnmente se asocian al aprendizaje en la vejez?

Respuesta. Creo que el neuromito más contundente respecto a las personas mayores es que no podíamos aprender. Hoy en día sabemos que esto no es así, sobre todo a partir del conocimiento de la plasticidad cerebral, es decir la capacidad de adaptación que tiene el cerebro durante toda la vida e incluso también por la epigenética, que viene a decir que sí, tenemos una carga genética que determina en gran medida nuestro cerebro, pero que la mente también tiene capacidad de superar las limitaciones a las que somos propensos. Depende de lo que hacemos, cómo lo hacemos o cómo nos relacionamos, podemos llegar a cambiar nuestra epigenética. Es muy esperanzador en el mundo educativo porque es una posibilidad de ir más allá de la carga genética que hayas podido heredar. Por ello, la afirmación “las personas mayores no tienen capacidad de aprendizaje”, es un neuromito, una creencia totalmente falsa. Existen testimonios de personas que con 100 años finalizaron un doctorado. También sabemos de personas que aprovechan la jubilación para hacer una segunda carrera o para estudiar música u otra actividad artística que en su momento no pudieron realizar. En definitiva, no es un tema de capacidad, sino que es una cuestión de oportunidad, de motivación y de movimiento, de “ponerse manos a la obra”.

Pregunta. ¿Cuál es la importancia de la dimensión motivacional para el aprendizaje de las personas mayores?

Respuesta. La gran ventaja de las personas mayores es que, normalmente, si están en un proceso de aprendizaje es porque están motivadas. Tienen un propósito claro, el de aprender. Este interés puede estar motivado por el deseo de saber y esa curiosidad hace que el primer paso para aprender ya esté dado. Entonces, es su motivación intrínseca la que hace que estén aprendiendo y eso hace más fácil que ese aprendizaje suceda.

Pregunta. ¿Por qué son tan importantes las emociones en el aprendizaje de las personas mayores?

Respuesta. Las emociones son clave en cualquier tipo de aprendizaje, tengamos de 0 a 99 años. Si hacemos que el aprendizaje sea emocionante haremos que ese contenido asociado a eso que estamos aprendiendo quede mucho más asociado a la memoria y por tanto hacemos que ese aprendizaje quede más afianzado.

Pregunta. ¿Qué importancia tienen los nuevos estímulos para reforzar las redes neuronales y la plasticidad del cerebro de las personas mayores?

Respuesta. Cada experiencia es un aprendizaje. Entonces, si queremos ir reforzando nuestras redes neuronales, es de suma importancia tener esas ganas por conocer, por saber, esa curiosidad, ese efecto sorpresa. Con eso ya tenemos la mitad del trabajo hecho. Entonces, como personas mayores, esa capacidad ya la tenemos y el entusiasmo por seguir aprendiendo si lo mantenemos vivo, si no creemos que lo sabemos todo y dejamos de aprender, ya que no situamos en el “para qué voy a hacerlo” o “yo ya lo sé”, y en cambio, nos posicionamos con esa mentalidad de principiante, de querer saber, no tenemos límite.

LAS EMOCIONES SON CLAVE EN CUALQUIER TIPO DE APRENDIZAJE, TENGAMOS DE 0 A 99 AÑOS

Una mirada desde La Universidad de la Experiencia

Pregunta. Dentro de su vasta experiencia en el campo de la educación, fue responsable de la Universidad de la Experiencia en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona. Al respecto, ¿Qué importancia tienen estos espacios para las personas mayores?, ¿Qué le llamó la atención de las personas que participaron en este ámbito?

Respuesta. La Universidad de la experiencia es una iniciativa muy interesante y enriquecedora para todas las personas que participan en ella. Tanto para las personas mayores que van a convivir con estudiantes de distintas edades, como para el profesorado. Conocer esas experiencias vitales, ese saber hacer, con todo su legado de vida, sumado a la ‘energía’ de los más jóvenes, hace que se produzcan situaciones muy ricas de aprendizaje. Es muy interesante observar cómo se van constituyendo como grupo. Lo que más me llamó la atención es el compromiso que tienen por querer aprender, que incluso lo contagian a los más jóvenes. Considero fundamental que tengan ese espacio para hacer escuchar su voz. De esta manera, se transforman en protagonistas de la educación.

Pregunta. Al momento de diseñar y desarrollar iniciativas socioeducativas con personas mayores, ¿qué factores se deben tener en cuenta?

Respuesta. Lo principal que debemos tener en cuenta a la hora de desarrollar iniciativas socioeducativas con las personas mayores es su voz, hacerles partícipes y protagonistas. Por ejemplo, en nuestra Universidad, las personas mayores que participaban de la experiencia propusieron llevar adelante una actividad de coro, un grupo de teatro y diferentes iniciativas de voluntariado. En este sentido, es evidente la importancia de saber escuchar, del diálogo, ya que tienen mucho por aportar y decidir sobre lo que quieren, y con ello me refiero a
qué tipo de formación quieren, cómo la quieren y a qué ritmo la quieren.

Pregunta. En los últimos años, se observa un crecimiento de personas mayores que participan en la Universidad de la experiencia, ¿cuál es su mirada al respecto? ¿A qué se debe este incremento?

Respuesta. Es cierto que hay un incremento de personas mayores que participan en estos ámbitos. Lo que es importante decir es que las personas mayores de ahora son diferentes a las de hace 10 años. El perfil va cambiando, y esto lo vemos, en nuestro caso, en que las nuevas generaciones de personas mayores, en su mayoría, están más preparadas, más formadas y poseen más estudios. También son más autoexigentes, vienen con más energía y con ganas de ser escuchadas. Desde ya que hay excepciones. Hemos tenido casos de personas que nunca habían podido estudiar por la situación vital de su momento y casi lloraban de la alegría al poder llegar a la Universidad y cumplir así, con un objetivo personal.

Pregunta. ¿Cómo nos puede definir el concepto denominado cuarto saber?

Respuesta. Es un concepto que se refiere al saber experiencial. Lo que nos dice es cómo aprovechar toda esa experiencia de vida que se convierte en un saber, que nos acompaña en cualquier proceso vital, pero también en un proceso de enseñanza aprendizaje.

Anna Forés es licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, y profesora universitaria desde hace más de 25 años. Actualmente se desempeña como Directora adjunta de la cátedra de neuroeducación UB EDU-1st. Sus aportes en el campo educativo están relacionados con la neuroeducación y la resiliencia. Es co-autora de diferentes libros, entre los que se destacan: ‘Teatro de la mente y las metáforas educativas’; ‘La didáctica de la educación social’, ‘E-mociones: comunicar y educar a través de la red’, ‘La Resiliencia. Crecer desde la adversidad’; y ‘Neuromitos en Educación. El aprendizaje desde las neurociencias’.

* Entrevista publicada en el Boletín 23, «Las personas mayores y el aprendizaje a lo largo de la vida» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.