Rosario Lemus. Psicogerontóloga, especialista en salud mental y salud emocional. Es miembro de la Comisión Directiva del Consejo Uruguayo de Bienestar Social y de la Asociación Uruguaya de Alzheimer

La experiencia de transitar una pandemia ha (re)definido sentires y estados de las personas adultas mayores. La propuesta es construir la resiliencia y concebirla como una herramienta para vivir. Un nuevo encuentro con la psicogerontóloga uruguaya, Rosario Lemus, esta vez para dialogar acerca de temas de su especialidad: salud mental y salud emocional.

En términos generales, “el concepto resiliencia está unido a la recuperación a partir de una experiencia adversa”, expresa Rosario Lemus quien también escribió Algunas consideraciones de Salud Mental en tiempos de aislamiento. La especialista asegura que “cada persona dimensiona el sufrimiento de manera única”. De esta manera, la heterogeneidad en la vejez también está atravesada por la heterogeneidad en los sentires y en las posibilidades de adaptación a situaciones imprevisibles cargadas de interrogantes como lo fue y lo sigue siendo el transitar una experiencia pandémica en esta etapa del curso de vida.

Pregunta. ¿Qué es ser resiliente?

Respuesta. La resiliencia es un término que se opone a adversidad que se usa en un determinado contexto, significa fortaleza y recuperación. La definición más aceptada es la del psicólogo inglés Norman Garmezy, quien habla de “la capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante”. En esa misma línea, la investigadora Ann la definió como “un tipo de fenómeno caracterizado por buenos resultados a pesar de las serias amenazas para la adaptación o el desarrollo” y Suniya Luthar como “la manifestación de la adaptación positiva a pesar de significativas adversidades en la vida”.

Pregunta. ¿Una persona saludable es una persona resiliente?

Respuesta. Cuando hablamos de salud estamos hablando de bienestar, de protagonismo de uno mismo en su propia vida. Podemos tener enfermedades crónicas, pero aun así considerar nuestros ciclos de vida saludables, si eso no afecta la posibilidad de mantener la autonomía y de vincularnos con otras personas. 

Pregunta. ¿La resiliencia entonces es más una actitud que un rasgo?

Respuesta. Lo importante aquí es destacar que las personas no nos hacemos resilientes de forma definitiva, sino que reutilizamos estas capacidades bajo diversas formas y adaptadas a cada situación. La pandemia permite advertir esa dinámica que está presente a lo largo de la vida y que nos enfrenta a diferentes circunstancias.

Pregunta. Como profesional de la salud mental, ¿cómo te encuentras trabajando la resiliencia con las personas mayores y en medio de una pandemia?

Respuesta. En principio, es importante establecer ciertos valores que orientan el acompañamiento a las personas mayores, buscando las fortalezas de cada una. Es importante resaltar la concepción de la resiliencia como parte del ser humano, como realidad humana concreta. En ese camino, es importante valorar el optimismo y entender que la vida es un proceso continuo de adaptación. La adversidad conviene ser entendida como parte del ciclo vital. Siempre vamos a vivir situaciones conflictivas e inesperadas y, en ese marco, no hay nada mejor que aferrarse a la solidaridad. Particularmente en las actividades individuales, grupales, en las charlas y capacitaciones que he venido realizando junto a colegas en pandemia, en una primer momento de manera virtual y ahora, poco a poco, retomando la presencialidad, como profesionales no les proponemos a las personas ser resilientes, sino construir, generar la resiliencia. No es un objetivo, es una herramienta para vivir.

Pregunta. Es difícil trabajar con la angustia propia y la angustia de las personas a quienes se acompaña, ¿qué se debe tener en cuenta? 

Respuesta. Es fundamental buscar y reconocer las fortalezas, los puntos positivos porque los hay. Más allá de la angustia actual, hay que tratar de llegar a una situación de manejo de esas angustia no para anularlas como elemento motivador de cambio, sino para acceder a una situación ambiental más amable y coherente desde donde iniciar un proceso de cambio.

COMO PROFESIONALES NO LES PROPONEMOS A LAS PERSONAS SER RESILIENTES SINO CONSTRUIR, GENERAR LA RESILIENCIA. NO ES UN OBJETIVO, ES UNA HERRAMIENTA PARA VIVIR.

Ilustraciones: Rocío Lana

Pregunta. ¿Cuáles son los consejos o las acciones para proponerles a las personas mayores que se encuentran angustiadas, tristes o desesperanzadas?

Respuesta. Es muy importante tener espacios y momentos personales para mirarse e interrogarse. Pedir ayuda es otro de los puntos. Muchas veces no sabemos qué necesitamos, entonces el pedido de ayuda será “quiero hablar para aclarar ideas, quiero escucharme contando esto a alguien”. Al mismo tiempo, es conveniente disponerse a ayudar a otras personas porque eso nos permite consolidar redes sociales y también promueve emociones positivas. No se trata de negar la realidad, pero sí de ser flexible, aceptar los cambios y, por sobre todo, no dejar de reconocer las propias habilidades y fortalezas. 

Nota publicada en el Boletín 25, «Salud mental de las personas adultas mayores, en especial en tiempos de pandemia por el COVID-19» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.