“Aunque la mayoría de la población brasileña es negra, este grupo demográfico es minoritario entre las personas mayores, ya que la esperanza de vida de las negras es peor que la de las blancas. ‘Brasil es negro, pero el envejecimiento es blanco’”, establece Roudom Ferreira Moura acerca del estudio que realizó en la Ciudad de São Paulo sobre las desigualdades en las condiciones sociales y de salud de la población mayor negra | Fuente: www.uol.com.br

A partir de la asunción de la nueva conducción en la Secretaría Nacional para la Promoción y Defensa de los Derechos de las Personas Mayores de Brasil, se recorren sus principales lineamientos y acciones en materia de políticas gerontológicas para la población mayor brasileña. Al mismo tiempo, ese recorrido acompaña la reflexión sobre una de las intersecciones más complejas a nivel histórico y sociocultural en el proceso de envejecimiento del país (edadismo-racismo), que genera altos niveles de desigualdad y discriminación a los que se enfrenta, en este caso, su población mayor negra.

Con motivo de esta nueva edición del Boletín y de las recientes elecciones en Brasil, que proclamaron a Luiz Inácio Lula da Silva como el nuevo presidente para el período 2023-2026, esta nota tendrá la misión de presentar a la nueva conducción de la Secretaría Nacional de los Derechos de las Personas Mayores (SNDPI, en sus siglas en portugués), que es el organismo miembro del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores (PICSPAM), a través de algunas reflexiones públicas del nuevo titular, Alexandre da Silva, acerca del horizonte próximo de la Secretaría a su cargo y otras motivadas a partir de la intersección entre el edadismo y el racismo en este colectivo.

La SNDPI pasó a depender del actual Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía (MDHC), cartera que cambió su denominación y por lo tanto la definición de sus políticas respecto de la gestión anterior, dando lugar a la creación de un Ministerio específico de la Mujer e incluyendo las problemáticas vinculadas a las familias en el Ministerio de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Combate contra el Hambre. Estas decisiones se plasman en las primeras declaraciones de Silva como titular de la Secretaría, cuando amplía su mensaje de gestión e invita a participar a todos los grupos sociales que no se veían representados, “de personas quilombolas [afrodescendientes que habitan los quilombos], personas en situación de calle, LGBTQIA+ y todas las demás que tienen derecho a envejecer, siéntanse invitadas a formar parte de nuestra Secretaría».

TODOS LOS GRUPOS SOCIALES QUE NO SE VEÍAN REPRESENTADOS, DE PERSONAS QUILOMBOLAS, PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE, LGBTQIA+ Y TODAS LAS DEMÁS QUE TIENEN DERECHO A ENVEJECER, SIÉNTANSE INVITADAS A FORMAR PARTE DE NUESTRA SECRETARÍA

Sobre la misión específica de la SNDPI, el nuevo secretario afirma: “Se calculan más de 30 millones de personas que tienen 60 años o más en el país y queremos que ese número aumente, que puedan vivir plenamente ejerciendo su autonomía con posibilidad de realización”. Por esta razón, Silva añade que el organismo debe ayudar a crear las condiciones para respetar la forma en que cada persona quiere envejecer. “El envejecimiento es una señal de que las políticas públicas han funcionado. No está mal envejecer. Envejecer es bueno porque sólo envejeciendo podemos tener oportunidades. Envejecer es aprender. ¡Envejecer es ser feliz!”, afirma el nuevo titular.

Alexandre da Silva nació en Jundiaí, en el interior de São Paulo hace 45 años. Tiene un doctorado en Salud Pública de la Universidad de São Paulo (USP). Desde 2013 es investigador del Instituto de Saúde (ISaúde), donde desarrolla trabajos dirigidos a políticas públicas de salud para la población negra e indígena en Brasil. Tiene un doctorado en Salud Pública de la Universidad de São Paulo (USP). En su tesis investigó los factores determinantes de la discapacidad funcional desde una perspectiva étnico-racial en personas mayores residentes en la ciudad de São Paulo. Ha participado de experiencias y proyectos vinculados con el envejecimiento, la epidemiología, las desigualdades sociales y raciales, las inequidades en salud, el racismo y la salud de las y los trabajadores. Fue columnista del blog “Viva Bem” de la UOL | Fuente: MDHC-SNDPI

En otra entrevista pública en medios digitales, a propósito de sus primeros meses en esta función pública y en relación a lo expresado anteriormente, Alexandre da Silva plantea que el reto inicial de la Secretaría es “hacer un buen diagnóstico del potencial de los programas urgentes y, si es necesario, mejorar o incluso crear nuevos dentro de las posibilidades legales”. En relación a esto, el funcionario expone que es imperioso realizar un “mapeo” para conocer quiénes son los grupos de personas mayores en situación de vulnerabilidad (sobre todo en un contexto de pospandemia), para delinear políticas públicas en áreas prioritarias.

Otros de los desafíos destacados por Silva, es “restablecer la función de la Secretaría Nacional. Esto dice mucho sobre a quién debe asistir, monitorear, proteger y defender para respetar la especificidad y la identidad de un país tan plural”. En esta dirección, el secretario es capaz de construir una mirada crítica sobre la necesidad de poder reflexionar en la actualidad sobre el instrumento más importante de legislación específica en Brasil como es el Estatuto do Idoso, que fuera promovido durante el primer gobierno de Lula da Silva y que este año cumple 20 años de su sanción: “El Estatuto es importante para la historia del país. También debemos replantearnos los puntos que necesitan mejoras. Las cosas cambian y las personas evolucionan. Desgraciadamente, los problemas también cambian”.

Como investigador y docente del campo gerontológico, Silva se ha desempeñado en aquellos abordajes dirigidos hacia las políticas públicas de salud para la población negra e indígena en Brasil, así como también en experiencias y proyectos orientados al cruce del envejecimiento con las desigualdades sociales y raciales, las inequidades en salud y el racismo, entre otros ejes de abordaje. Por lo tanto, se vuelve muy pertinente y significativo el aporte del actual secretario sobre esta intersección planteada en el título que lleva esta nota para sumar reflexiones sobre este cruce que afecta la cotidianidad de muchas personas mayores negras brasileñas.

Interseccionalidad: historial de desigualdades y discriminación múltiple

“Aunque la investigación se ha centrado principalmente en las intersecciones del edadismo con el capacitismo y el sexismo, puede haber tantas intersecciones como formas existentes de estereotipos, prejuicios y discriminación (…). Una intersección importante que no se ha explorado suficientemente es la que se da entre el edadismo y el racismo, pero este es un campo de investigación que está en aumento”, describe y destaca el Informe Mundial sobre el Edadismo (2021) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De esta manera, en Brasil es posible encontrar un polo con este tipo de estudios o investigaciones que intentan habilitar, desde un enfoque de la interseccionalidad, un campo para explicar la discriminación múltiple a partir del cruce de dos categorías de desigualdad como la edad y la condición étnico-racial.

En la misma línea, un nutrido artículo digital publicado este año por Lucas Gabriel Marins, titulado “Envejecer en Brasil no es igual para todos”, del que participa Silva como experto consultado, recoge algunas cifras que dan cuenta de la magnitud de esta intersección. Históricamente, “un grupo siempre ha vivido menos tiempo: las personas negras y pardas”, plantea de manera categórica el autor, y para dar cuenta de esta afirmación comparte los datos del último “Informe Anual sobre Desigualdades Raciales”, (2010), una publicación organizada por el Laboratorio de Análisis Económico, Histórico, Social y Estadístico de las Relaciones Raciales (LAESER), con sede en el Instituto de Economía de la Universidad de Río de Janeiro (IE-UFRJ), que señala “que las personas blancas viven en promedio seis años más que las negras”.

Por otra parte, según Marins, los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) logran relacionar el contexto social y demográfico con el envejecimiento del país, pero no lo consiguen con las diferencias relacionadas a la cuestión racial. Al respecto, los últimos datos oficiales “sobre color y raza”, en la Encuesta Nacional por Muestreo de Hogares (PNAD) de 2015, indicaron que “el 45,5% de la población se declaró blanca, el 45% se declaró parda, el 8,6% preta y menos del 1% se declaró amarilla o indígena”, que conforman las cinco “categorías raciales” consideradas por el Instituto.

Sobre dicho punto, el enfoque metodológico del IBGE, explica Santos Ventura, ha sido cuestionado por la UNEGRO (União dos Negros pela Igualdade) que defiende una clasificación diferente, considerando personas negras a todas las pardas y pretas. UNEGRO acepta la clasificación del IBGE por datos históricos, pero argumenta que existen resistencias, por parte de muchas personas, para asumirse negras y prefieren ser incluidas como pardas. De modo que tomando el enfoque de UNEGRO dicha población (preta más parda) sería mayoritaria en Brasil (lo que también guarda algunas limitaciones a la inherente diversidad constitutiva del país, que no son objeto de esta nota). No obstante, y siguiendo los datos suministrados por la PNAD-IBGE, en la actualidad la población mayor de 60 años brasileña es de casi 32 millones de personas (el 14,7% del total) y de ese conjunto más de 3 millones son pretas y 12.5 millones son pardas.

Profundizando sobre dichas cifras y definiciones, el estudio “Desigualdad social por color o raza en Brasil”, publicado por el IBGE a fines de 2022, establece que si bien la población preta y parda representan la mayoría del país, las personas de estos grupos son las que “tienen menos acceso a la educación y dependen más del trabajo informal, dos situaciones que limitan el acceso a derechos básicos, tales como el salario mínimo y la jubilación.

Frente a este escenario de desigualdad, Alexandre da Silva, ha declarado que “la población negra de la actualidad es más propensa a acumular discriminación por colorde piel, lugar de residencia, clase social, género, si tiene alguna discapacidad o es LGBTQIA+. Y ese cúmulo de discriminaciones restringe una serie de posibilidades, como el acceso a la salud, el trabajo y la educación, y genera estrés cotidiano, como no saber dónde dormir, cómo pagar las cuentas, qué comer, si vas a conseguir un trabajo”.

Así, uno de los imperativos conceptuales y políticos más difundidos en el mundo, como el “Envejecimiento Activo y Saludable”, es afectado profundamente por las desigualdades sociales y raciales. Para gozar de la faz positiva de este proceso, el curso de vida debería estar acompañado de continuas oportunidades de salud, participación y seguridad. Por estas razones, Silva es contundente cuando expresa que existen grupos a los que se le dificulta envejecer de esta manera, tal es el caso de las personas mayores negras de hoy en día: son aquellas que “menos aprendieron a tener vida social, porque son las que menos reciben gente en casa, las que menos van a las casas de la gente, o sea, sólo trabajan con ingresos y trabajos de baja calidad, y no se puede decir que la persona no quería prepararse para envejecer. Incluso lo pensó, pero tenía que pagar cuentas, levantarse temprano, trabajar más para que su hijo/a viviera un poco mejor”.

LAS DESIGUALDADES SOCIALES, EL RACISMO ESTRUCTURAL E INSTITUCIONAL SON LOS RESPONSABLES DE UN DETERIORO EN EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO

“Las desigualdades sociales, el racismo estructural e institucional son los responsables de un deterioro en el proceso de envejecimiento. Las enfermedades identificadas no siempre reciben un tratamiento eficaz y otro factor importante cuando se trata de personas mayores, en general, y de personas negras, en particular, es la violencia sufrida en la vida cotidiana, muchas veces en el hogar. Las muertes prematuras de hijos e hijas (..) conducen a la soledad y la falta de una red de apoyo y afecto”, sentencia Santos Ventura, en sintonía con lo expresado por el secretario. El escenario hasta aquí compartido puede tener una síntesis posible, según dicho autor, a través de una frase del epidemiólogo paulista, Roudom Ferreira Moura, quien después de investigar la vida y la salud de las personas negras en la Ciudad de São Paulo afirmó que “Brasil es negro, pero el envejecimiento es blanco”, situación que se ha visto agravada con la crisis que impuso el coronavirus.

“Las vidas de nuestras personas mayores negras también importan” (en clara alusión al reconocido eslogan activista) fue el título de uno de los artículos digitales publicados por el propio Alexandre da Silva durante la pandemia, al día siguiente de conmemorarse otro aniversario del “Día Nacional de la Conciencia Negra”, cada 20 de noviembre. “Será un gran desafío y es importante pensar que, así como trabajamos con la niñez y la juventud, también es necesario naturalizar y agradecer la posibilidad de envejecer. Por eso, tengo la intención de aumentar la participación popular dentro de la Secretaría. Creo que así las políticas públicas serán más asertivas en relación a las necesidades de las personas mayores”, procura el actual secretario de la SNDPI.

*Nota publicada en el Boletín 29, «El Edadismo en la cotidianidad de las Personas Adultas Mayores» del PICSPAM.