Durante y luego de la emergencia desencadenada por el COVID-19, el Instituto Nacional de las Personas Mayores (Inmayores) del Ministerio de Desarrollo Social y el Sistema Nacional Integrado de Cuidados del Uruguay, en articulación con otros organismos nacionales implementaron estrategias, programas y servicios destinados a personas mayores, así como actividades formativas para profesionalizar el trabajo en cuidados y mejorar la atención.
Las personas mayores conformaron uno de los grupos más vulnerados en sus condiciones y calidad de vida, debido a las medidas de distanciamiento social y a los múltiples efectos nocivos provocados a partir de la pandemia. En especial, quienes estaban en situación de dependencia se vieron afectadas/os en términos sanitarios, sociales y económicos, experimentando dificultades en cuanto al acceso a los servicios de salud, pensiones, entre otros.
Este escenario ha puesto de manifiesto la relevancia de los cuidados en tanto derecho -reconocido por la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (CIPDHPM) en su artículo 12- y como función social. Allí se destaca la importancia del trabajo en cuidados y las estrategias que apuntan a garantizar su calidad, con el fin de promover el bienestar y autonomía de las personas mayores.
Al respecto, Uruguay ha venido avanzando fuertemente hacia la profesionalización de la tarea de cuidados. En este sentido, el marco institucional constituye un factor fundamental a la hora de analizar cómo se han promovido y desarrollado los procesos de regulación de los cuidados para otorgar una necesaria valoración a cuidadoras/es.
Para enmarcar dichas acciones, en Uruguay se destaca la existencia del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, formalizado por la Ley N°19.353, en noviembre de 2015, el cual reconoce el cuidado como un derecho humano. Esto significa que todas las personas en situación de dependencia tienen derecho a cuidados de calidad y que el Estado asume la responsabilidad de garantizar su provisión efectiva. El SNIC ha impulsado un modelo de prestaciones integrales de cuidado para dichas personas que implicó una mejora en la regulación de estos servicios, así como también la promoción de la corresponsabilidad social en los cuidados entre el Estado, el mercado y las familias, y la corresponsabilidad de género entre varones y mujeres, buscando transformar la matriz familiarista de los cuidados basada en importantes desigualdades sociales y de género. Asimismo, vale resaltar que los cuidados siempre se dan en el marco de una relación, ello implica abordar el tema desde las relaciones interdependientes que se despliegan. A su vez, no hay que perder de vista que muchas veces las personas que requieren cuidados, también son cuidadoras de otras personas.
Programas y servicios para el cuidado de personas mayores en situación de dependencia
En la órbita del SNIC se brindan y/o regulan diferentes programas y servicios para el cuidado de las personas mayores en situación de dependencia, entre los cuales se destacan del catálogo de servicios: Teleasistencia en Casa; Centros de Día (CD); Asistentes Personales (AP); Centros de Larga Estadía (habilitación, Programa de Apoyo al Cuidado Permanente, Cuidados+Calidad) y el desarrollo de la formación de las personas que trabajan en cuidados remunerados a través del Curso en Atención a la Dependencia; la certificación de competencias para cuidadoras de establecimientos de larga estadía para personas mayores (ELEPEM) y validación de conocimientos.
-El servicio de AP atiende el cuidado y la asistencia para las actividades de la vida diaria de personas mayores de 80 años en situación de dependencia severa. El/la asistente personal concurre al domicilio en días y horarios acordados, realizando tareas de cuidados que no pueden suplir otras intervenciones profesionales, ni la atención a otros miembros de la familia. La persona en situación de dependencia, de manera autónoma, es quien selecciona a la asistente, siendo una acción fundamental dado que la cuidadora o cuidador será alguien sumamente cercano a la persona usuaria y su entorno.
-El programa CD brinda cuidados integrales a personas de 65 años o más, en situación de dependencia leve o moderada, que residen en sus hogares en régimen ambulatorio ofreciendo un espacio socioterapéutico polivalente. El objetivo es contribuir a la autonomía de las personas mayores, favorecer la permanencia en su entorno habitual y redistribuir la carga de cuidados. Es un dispositivo que representa una posición intermedia en la cadena de cuidados, entre el domicilio y la institucionalización. En estos centros se realizan actividades culturales, recreativas y de estimulación física y cognitiva junto a un equipo de profesionales.
Es importante remarcar que las acciones desarrolladas desde el SNIC e Inmayores pretenden desestimar la recurrente visibilización del universo de personas mayores como un colectivo homogéneo, pasivo, en situación de vulnerabilidad física que solo debe recibir cuidados. Desde estas instituciones también se intenta promover la plena inclusión y participación de las personas mayores, así como fomentar una visión positiva acerca de la vejez.
Estrategias de Formación en Cuidados
El cuidado es un derecho y una función social, lo que implica la posibilidad de recibir, pero también de brindar cuidados en condiciones de igualdad y calidad. A partir de esta concepción, el SNIC también focaliza en aquellas personas que realizan las tareas de cuidado, en su mayoría mujeres, reconociendo que es necesario formalizar su empleo, mejorar las condiciones laborales y brindarles capacitaciones para que puedan valorar su labor y otorgar un servicio de calidad.
En el marco de la profesionalización del trabajo en cuidados y mejorar la atención brindada, el SNIC destaca una estrategia sustentada en tres líneas: formación en Atención a la Dependencia, validación de saberes y certificación de competencias laborales. La formación en Atención a la Dependencia favorece el desarrollo de trayectorias educativas para quienes se desempeñan en el sector de los cuidados. Esta se sustenta en el modelo de atención sociosanitario, teniendo 152 horas de formación que incluye: 90 horas curriculares sobre cuidados, 12 horas de espacios de práctica, 30 horas de proyecto ocupacional y para quienes lo necesiten 20 horas de nivelación. Los cuatro módulos apuntan a brindar las competencias necesarias para brindar cuidados en domicilio e instituciones.
Las áreas en las que se basa el diseño curricular son: a) Abordaje de la dimensión del cuidado de personas en situación de dependencia desde una concepción integral con enfoque de DDHH y perspectiva de género; b) El rol de las personas que cuidan: tareas y cometidos; c) La ocupación del tiempo libre y el ocio de las personas en situación de dependencia; d) Derechos, deberes y obligaciones de las personas que cuidan y empleadores.
Los programas de formación para quienes trabajan en cuidados de forma remunerada, en conjunto con otras acciones como la elaboración de protocolos, permitieron en contexto de pandemia realizar capacitaciones específicas y establecer lineamientos para la acción. Estos lineamientos mejoraron o ampliaron los conocimientos y habilidades de quienes cuidan, con el fin de que dicho rol sea ejercido con calidad y promueva la autonomía de la persona y su bienestar. Los avances en la construcción de la identidad laboral de las personas que trabajan en cuidados continúan siendo uno de los ejes centrales a seguir desarrollando.
*Ver nota completa en el Boletín 28, «El trabajo de cuidadoras y cuidadores de personas adultas mayores, en especial, tras la crisis generada por el COVID-19» del PICSPAM.