Doña Rosa, integrante de la Comunidad Awicha, junto a Javier Mendoza Pizarro y a Mercedes Zerda Càceres, miembros históricos del equipo técnico operativo de CAUP, en 2018 | Fuente: Gentileza de Mercedes Zerda Cáceres

La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) definió, mediante la resolución 49/214 y a partir de 1994, instituir el 9 de agosto como «Día Internacional de los Pueblos Indígenas». La elección de esta fecha conmemora la primera reunión del Grupo de Trabajo de la ONU sobre Poblaciones Indígenas, realizada un 9 de agosto de 1982.

Para este año, ONU ha propuesta que la efeméride se centre sobre el eje de Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial con el propósito de proteger sus derechos colectivos a las tierras y territorios, junto con sus sociedades, ya que su supervivencia «no sólo es crucial para la protección de nuestro planeta, sino que también es crucial para la protección de la diversidad cultural y lingüística», expresan los argumentos que ha propuesto el organismo para esta celebración.

El lema 2024 es “Proteger los derechos de los Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial”. Al respecto, Naciones Unidas desataca que, dentro de los países de la región, como Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela (además de India, Indonesia y Papúa Nueva Guinea en el mundo) residen estos Pueblos en bosques remotos que «tienen una estricta dependencia con su entorno ecológico», pero que, a pesar de su derecho a la autonomía, «se enfrentan a desafíos únicos que el mundo circundante a menudo pasa por alto».

El Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores (PICSPAM) celebra a los Pueblos indígenas de la región y a sus múltiples contribuciones, en particular aquellas que provienen de sus personas mayores, a las poblaciones y comunidades iberoamericanas.

Homenaje

El pasado 26 de marzo del corriente, la Cámara de Senadores del Estado Plurinacional de Bolivia emitió la Declaración Camaral N° 102/2023-2024, en la que se rinde un reconocimiento póstumo al historiador y escritor Javier Mendoza Pizarro, por su labor de investigación histórica sobre la independencia y su valioso aporte al resguardo de la memoria histórica del país. El Senado también reconoció en ese acto a la psicogerontóloga boliviana Mercedes Zerda Cáceres, su compañera de vida y una destacada profesional en el campo del envejecimiento y la vejez.

Apropósito de este reconocimiento y en el contexto de esta efeméride internacional, el PICSPAM adhiere a este homenaje para agradecer el legado y las contribuciones que realizaron durante décadas Javier y Mercedes, tanto en la población mayor de la Comunidad de Aymaras Urbanos de Pampajasi como sus aportes a la Psicología Comunitaria de América Latina y Bolivia.

Con este motivo, a continuación reproducimos el texto que leyó Mercedes Zerda Càceres (publicado por La Razón) durante la ceremonia que la reconoció y que homenajeó a Javier Mendoza Pizarro, a través del presidente de la Comisión de Política Internacional de Senadores, Felix Ajpi.

Javier y Mercedes participando de un ritual en la Comunidad | Fuente: La Razón

«Javier Mendoza y la comunidad de Aymaras Urbanos de Pampajasi»

Quiero agradecer en mi nombre y el nombre de mi compañero de toda la vida: Javier Mendoza, a la Cámara de Senadores de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, en la persona del presidente de la Comisión de Política Internacional Senador Félix Ajpi, por la declaración camaral de reconocimiento a nuestro trabajo de 40 años como psicólogos comunitarios al servicio de la población aymara urbana y rural, sobre todo de las personas adultas mayores de nuestro país.

También quiero entregar nuestro agradecimiento con toda nuestra chuyma a ustedes, jilatanaka, kullakanaka, taykanaka, awkinaka, awichanaka, achilanaka, wawanaka, a quienes están presentes y a quienes no están, porque esta hermosa experiencia de construir una comunidad la hemos hecho todos juntos en tantos años.

Javier, que hace poco cumplió 80 años, dedicó la mitad de su vida y yo, dos terceras partes de la mía a la construcción de lo que hoy tiene el nombre de Comunidad Aymaras Urbanos de Pampajasi (CAUP), una organización comunitaria que durante todo este tiempo ha desarrollado una forma de servicio basada en la cultura, la cosmovisión y la organización aymaras.

Lo que hicimos nosotros fue acompañar y apoyar, de manera no directiva, el surgimiento de una verdadera psicología boliviana, la de esta región andina del país y resultó que la psicología del pueblo aymara es fundamentalmente comunitaria. Ahora les toca a otros, levantar los ojos de las pantallas y libros para mirar la abundante riqueza de las culturas indígena/originarias que nos rodea y aprender de estos pueblos otras maneras de entender la vida y las relaciones entre humanos y con la naturaleza. Hay mucho que hacer para psicólogos comunitarios académicos y empíricos.

A fines de los años 70 y principios de los 80, en la única carrera de Psicología que entonces existía en nuestro país, en la Universidad Católica, donde Javier enseñaba y yo era estudiante, surgió la idea de “poner la psicología al servicio del pueblo” y eso intentamos hacer: dejar de repetir las teorías europeas y norteamericanas que inundan las universidades y construir una psicología que sea útil y refleje a nuestros pueblos. Por eso en 1983, Javier y yo empezamos a compartir nuestra vida con familias aymaras urbanas y rurales en la zona de Pampajasi, en la ciudad de La Paz y en comunidades de la provincia Manko Kapak a orillas del lago Titicaca.

Todos los días de estos años ha pasado algo interesante que aprender, que comentar, que reflexionar, por eso creemos que lo que hemos aprendido es muchísimo más de lo que hemos podido dar y nos sentimos privilegiados porque la vida nos ha dado la oportunidad de construir esta comunidad con ustedes. Hemos aprendido a vivir y envejecer de manera natural, así como viven y envejecen las plantas, los animales, los ríos, las montañas, todo lo que nos da la Pachamama, hemos aprendido a respetar los derechos de todos, desde los de los más chiquitos hasta los de los más ancianos, trabajando todos juntos, poniendo nuestro esfuerzo de la misma manera y distribuyendo lo logrado de forma equitativa, para todos por igual.

Ustedes, con sus costumbres aymaras, nos han enseñado que “las cosas se hacen haciendo”, no planificándolas desde un escritorio, y sobre todo hemos aprendido, todos juntos, ustedes y nosotros, que la comunidad es la unidad esencial de cualquier construcción social que quiera sobrevivir, porque el individualismo egoísta solo destruye a los demás y a la naturaleza.

En el mundo globalizado y capitalista de hoy que se acerca al inminente desastre ambiental, con guerras y crisis climática, para sobrevivir como especie los humanos necesitamos nuevas formas de civilización, basadas en el apoyo mutuo en vez de la competencia y en la sostenibilidad de la naturaleza en vez de la ganancia. El material esencial para construir esa nueva civilización está en las cosmovisiones de los pueblos indoamericanos, asiáticos y africanos; todas esas culturas son fundamentalmente comunitarias. Pensamos que aprender a construir verdaderas comunidades, cuidando las relaciones entre humanos y con la naturaleza es la manera de salvar al planeta, por eso la urgencia de aprender de las culturas ancestrales.

Este reconocimiento que nos hacen es también por el trabajo de historiador de Javier y por el mío de psicogerontóloga. Quiero mencionar que esos trabajos también fueron fruto del trabajo comunitario como psicólogos, pues los libros y las investigaciones históricas de Javier tuvieron siempre una posición crítica basada en una reflexión psicosocial y nuestra mirada gerontológica siempre fue para difundir la manera aymara de envejecer. En todos nuestros trabajos están trenzados la psicología comunitaria, los pueblos indígena/originarios y la gerontología.

Son muchísimos los niños y niñas que hemos visto crecer, los jóvenes que se han convertido en madres y padres de familia y las personas mayores que hemos visto morir, con ellos hemos realizado muchas actividades, proyectos largos y cortos, productivos, agropecuarios, artesanales, tejidos, culturales, música, baile, gastronómicos, hemos hecho adobes, construido casas comunitarias para la vejez, comedores e incontables cosas que han llenado nuestras vidas y las han mejorado. Hemos construido comunidad todos juntos, para superar dificultades económicas, emocionales, de relaciones interpersonales y grupales, de educación y de salud física y mental.

Para finalizar, ustedes saben que Javier no está presente hoy porque hace una semana ha partido hacia la aventura final de la vida, se ha adelantado en la última aventura que todos emprenderemos algún día. Las últimas conversaciones que hemos tenido, nuestras últimas reflexiones juntos, tienen que ver con la diferencia entre la resignación y la aceptación.

Resignarse, en castellano es aceptar algo, aunque no nos guste, nos resignamos a envejecer, nos resignamos a morir, porque no nos queda más remedio. En aymara hay una expresión que es ukhamaw, significa “así es”, así es el envejecer y así es la muerte, puede ser equivalente a resignación pero en realidad, es aceptación, comprobación de algo, la verificación de que algo es como es; envejecer es perder energía, perder la vista, el oído, ukhamaw, así es porque en tu experiencia lo estás viviendo y más te vale aceptarlo, pero no siempre es la aceptación de algo que no quieres, como en la resignación; puede ser la verificación de algo que te gusta, como que te quieran tus nietos, ukhamaw, así es ser abuela. Puedes decidir resignarte a envejecer o aceptar el envejecimiento con actitud ukhamaw, o puedes resignarte a morir o aceptar la muerte con naturalidad, porque así es morir.

Javier aceptó la muerte con actitud ukhamaw, porque según sus palabras “ya era cabal”, estaba justo en su momento. Ya se había saciado de vivir y aceptó partir a esa aventura desconocida a la que llamamos muerte. Murió en nuestra casa, en mis brazos y sus últimas palabras fueron: “Peti, lo hemos hecho bien en la vida, estoy listo”.

Fuente: facebook.com/SenadoBolivia

Recursos

A continuación, compartimos las grabaciones de las jornadas en el marco del 3° Congreso Internacional Interdisciplinario sobre Vejez y Envejecimiento “Derechos humanos, interculturalidad y género”, que llevó adelante la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mediante su Secretaría de Desarrollo Institucional y el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV), entre 26 y el 28 de junio de 2019, de la Mesa titulada «Psicogerontología comunitaria en Bolivia. El rostro de Aymara del envejecimiento» que tuvo a Javier Mendoza Pizarro y a Mercedes Zerda Cáceres como sus principales ponentes.

«Psicogerontología comunitaria en Bolivia. El rostro de Aymara del envejecimiento»- Parte 1 | Fuente: @suiev2953
«Psicogerontología comunitaria en Bolivia. El rostro de Aymara del envejecimiento» – Parte 2 | Fuente: @suiev2953

En Diálogos

Mercedes Zerda Cáceres

«Curarnos de la pandemia como sociedad implica purificar los cuerpos, desintoxicar nuestras mentes descolonizándolas de la ambición individual»

Entrevista publicada en el Boletín N°25 sobre «Salud mental de las personas adultas mayores, en especial en tiempos de pandemia por el COVID-19».