Se trata de un proyecto a cargo de la especialista internacional en gerontología, Mag. Adriana Rovira, impulsado por la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS) en el marco del “Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las personas Adultas Mayores” (PICSPAM) y el “Programa Iberoamericano de Discapacidad” (PID).

La salud mental, el bienestar psicosocial y la calidad de vida de las poblaciones han sido afectadas notablemente por las condiciones impuestas por la pandemia de COVID-19. La mayoría de los países adoptó medidas de aislamiento, distanciamiento y confinamiento físico y social, y como consecuencia los hábitos se vieron modificados en todos los ámbitos.

Durante todo este tiempo han emergido nuevas preocupaciones, emociones y, en forma paralela, se profundizaron otras ya existentes. La intranquilidad por los contagios y las muertes, por la posible pérdida de empleos y la consecuente reducción de ingresos, junto con la imprevisibilidad y la imposibilidad de proyectar el futuro generaron sensaciones y factores que afectaron -y continúan haciéndolo- la salud mental de las poblaciones.

Ante el reconocimiento de tales hechos, y con el apoyo de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la OISS elaboró el proyecto “Estrategias para reducir el impacto de la COVID-19 en la salud mental de las personas adultas mayores y las personas con discapacidad”, con el objetivo de contribuir a mitigar el impacto de la pandemia y de sus consecuencias económicas y sociales en la salud mental de ambos grupos que fueron identificados como los de mayor riesgo por las características particulares del virus.

La propuesta de la Estrategia se inscribe en el contexto de los Programas, Iniciativas y Proyectos Adscritos de la Cooperación Iberoamericana (PIPAS), de los que forman parte el “Programa Iberoamericano de Discapacidad” (compuesto por Andorra, Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, España, Guatemala, México, República Dominicana y Uruguay) y el “Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores” (integrado por Argentina, Brasil, Chile, España, México, Paraguay, República Dominicana y Uruguay). La psicóloga especialista en gerontología, Adriana Rovira, se encuentra a cargo del proyecto y cuenta con un equipo de trabajo integrado por distintos estudiantes avanzados/as de las carreras de psicología, sociología y comunicación de la Universidad de la República del Uruguay. “Esto implica la concepción ideológica del tema y como soy docente de la Universidad, el objetivo es tener una mirada interdisciplinaria de la problemática”, resalta la coordinadora.

Adriana Rovira, especialista encargada del proyecto | Fuente: Propia

La salud mental de las personas mayores y personas con discapacidad de Iberoamérica marcan múltiples desafíos, advierte Rovira. “El primero y fundamental es el reconocimiento como personas, el respeto a la autodeterminación y a la dignidad de vida, aún en un contexto de emergencia humanitaria”, enfatiza la especialista y señala que “si bien en la Región se han dado grandes avances en el reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores y las personas con discapacidad esto no se traduce por igual a todos los ámbitos. Hay una tensión aún de distintos paradigmas, algunos con un enfoque más restrictivo que desaloja a las personas mayores y las personas con discapacidad de la toma de decisiones, de la participación social y comunitaria en el marco de la pandemia, en contraposición a otro que busca adaptar las intervenciones públicas centrada en las necesidades y recursos de las personas, concibiéndolas como sujetos de derecho”. En este enfoque se ubica este proyecto que seguramente aportará a la inclusión y a la construcción de una sociedad para todas las edades, para todas las personas.

Pregunta. ¿Desde qué concepción de salud mental se encuentran trabajando?

Respuesta. El concepto de salud mental que se toma para el marco del proyecto se entiende como una construcción colectiva, histórica y social que tiene que ver con las condiciones de producción de vida en la interacción entre las personas, las familias, las comunidades, los grupos sociales y el ambiente en que desarrollan sus vidas. Hay una conceptualización situada del concepto de salud mental que también es cultural y tiene que ver con la manera en que determinadas comunidades entienden el padecimiento, el aumento de riesgo psicosocial y los factores protectores. Asimismo, es importante comprender este concepto asociado a dos grupos de población que son altamente discriminados en nuestras sociedades actuales, como son las personas mayores y las personas con discapacidad. Por lo cual, la percepción y valoración social de los determinantes de salud y enfermedad son claves a la hora de pensar la salud mental de estos grupos que suelen ser excluidos y subalternizados en el acceso a bienes y servicios. A su vez, esta noción debe ser comprendida en el actual contexto de crisis humanitaria que la pandemia ha generado, que incide en la forma de evaluar y pensar conductas. Con esto quiero decir que, por ejemplo, no se puede pensar la ansiedad o la depresión como factores internos de las personas, sino como producciones sociales y efectos de las medidas de aislamiento y distanciamiento que se han llevado adelante para evitar contagios. También es importante recordar la definición del Comité interinstitucional Permanente (IASC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que plantea que es necesario entender y abordar los problemas sociales, psicológicos y psiquiátricos preexistentes o inducidos por una emergencia y que estas acciones son muy distintas en la planificación y distribución de recursos por parte de los Estados.

Ilustración: Rocío Lana

Pregunta. ¿En qué momento se encuentra el proyecto?

Respuesta. En este momento está en la etapa de relevamiento y sistematización de la información. Teniendo en cuenta el objetivo general del proyecto y la complejidad de la propuesta planteada se han trabajado en distintas técnicas de recolección de información que permitan comprender mejor los impactos de la pandemia y la producción de procesos de salud y enfermedad en las personas mayores y/o las personas con discapacidad.

Pregunta. ¿Cuáles son las principales dificultades que encontraron hasta el momento?

Respuesta. Este es un proyecto que requiere el compromiso por parte de los Estados, fundamentalmente de las contrapartes del Programa. Lo que más ha costado es lograr una participación activa por parte de los países en las distintas etapas del proyecto. Esto no se debe a una falta de interés o a una valoración de los aportes del proyecto a la toma de decisiones y definición de respuestas públicas, sino que hay que entender que los países han estado muy presionados en este último tiempo en dar tratamiento a un estado de emergencia humanitaria, que además en la Región no es solo sanitaria, sino que es social, económica y también política. Esto hace que dar tratamiento a temas urgentes dejen muy poco margen para otras iniciativas.

Como ya han analizado los organismos nacionales, regionales e internacionales, el contexto pandémico profundizó problemas estructurales vinculadas a los grupos que han venido envejeciendo en situación de vulnerabilidad. Justamente, el riesgo de deterioro de la salud mental se acentúa en personas mayores y con discapacidad institucionalizadas, entre quienes tienen menos recursos económicos y/o son miembros de minorías étnicas, sexuales y culturales, y también en mujeres que han acentuado su protagonismo en los trabajos de cuidados. En este sentido, la mirada interdisciplinaria e interseccional es indispensable tanto para la etapa de recopilación de información como para las posibles propuestas de políticas públicas para los países iberoamericanos.

Pregunta. ¿Qué tipos de materiales planean para la difusión del proyecto y qué fecha estiman estarán disponibles?

Respuesta. Se plantean diferentes insumos que puedan contribuir a la promoción de la salud mental y del bienestar psicosocial, teniendo en cuenta la generación de distintos productos y contenidos inclusivos y dedicados a diferentes destinatarios/as y medios de difusión: afiches web, una guía de tratamiento y abordaje responsable para los medios de comunicación, newsletters temáticos, una guía de recomendaciones en salud mental para la prevención y apoyo de las personas mayores y las personas con discapacidad y una serie de recomendaciones para la elaboración de cápsulas TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) informativas. El proyecto tiene fecha de término a finales de enero. Estimamos que los materiales estarán disponibles durante los primeros meses de 2022.

Ilustración: Rocío Lana

Materiales previstos para la difusión del Proyecto

1. Afiches diseñados en formato de difusión on-line, destinados a profesionales y funcionarios/as de gobierno para contribuir a la sensibilización de los impactos de la pandemia en la salud mental y psicosocial de las personas mayores y personas con discapacidad.

2. Guía breve de tratamiento y abordaje de la temática dirigida a los medios de comunicación, redes sociales y profesionales de las instituciones y organismos que estará disponible en distintos sitios webs del PIPA y de contrapartes de los países.

3. Una serie de newsletters temáticos que concentran diferentes tópicos con recomendaciones e información relevante a tener en cuenta en los temas de salud mental y aspectos psicosociales en el contexto de pandemia dirigidos a personas mayores, personas con discapacidad y distintos públicos.

4. Guía de recomendaciones en salud mental para la prevención y apoyo de los dos grupos sociales en el marco de las medidas preventivas derivadas de la pandemia, destinadas a personas mayores, personas con discapacidad, familiares y público en general.

5. Cápsulas TIC informativas breves (de 3 minutos de duración) con mensajes claros sobre las temáticas del proyecto. 

*Nota publicada en el Boletín 25, «Salud mental de las personas adultas mayores, en especial en tiempos de pandemia por el COVID-19» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.