El complejo de atención médica y psicosocial que nuclea el Hospital Geriátrico “Prof. Dr. Gerardo Buongermini” ha intentado contener el avance de la pandemia por COVID-19 en la salud mental de las personas mayores. Este contexto de emergencia sociosanitaria y las proyecciones en la estructura poblacional de Paraguay instan a analizar no sólo las debilidades en los sistemas de atención y promoción de la salud, sino también y fundamentalmente las oportunidades de mejora.
Paraguay es uno de los miembros del Programa Iberoamericano que se sitúa, actualmente, en una etapa de envejecimiento moderado de su población ya que el porcentaje de personas de 60 años y más asciende al 10% del total. Pese a ello, existen distritos del país donde esta cifra demográfica llega a cuadruplicarse y se encuentra muy por arriba de la media de países envejecidos de la región, como lo demuestran – sin proyecciones actuales – los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012 (entre el 36 y el 40%). Aun así, se espera que la sociedad paraguaya transite hacia un envejecimiento poblacional moderado-avanzado recién para 2035, según su Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos del país (DGEEC).
Si bien el país posee una ventana de oportunidades para el trabajo en este sector, la densidad de personas mayores concentrada en pocos distritos (ubicadas en zonas urbanas, pero con un significativo grupo que vive en espacios rurales – 39%, según la DGEEC –) sumada a un contexto inédito y crítico a raíz de la pandemia por COVID-19, que impuso condiciones difíciles en varias dimensiones de las comunidades (una de ellas la salud mental), exigen anticipar condiciones que ofrezcan una permanente mejora de calidad de vida y el pleno ejercicios de los derechos de este grupo poblacional, en este caso.
Consultado a raíz del eje temático de esta nueva edición del boletín, el Instituto de Previsión Social de Paraguay (IPS), órgano estatal encargado de administrar una parte sustantiva de la salud y la seguridad social del país y representante nacional en el Programa Iberoamericano, expuso algunas de las acciones realizadas para intentar prevenir y/o minimizar el deterioro de la salud mental en este contexto, sobre todo durante las etapas que requirieron de aislamiento social.
Dentro de la respuesta sociosanitaria en general destinada a personas mayores, el IPS cuenta con el Hospital Geriátrico “Prof. Dr. Gerardo Buongermini”, el único especializado en el país que en su predio comprende, además, varios dispositivos creados para la atención integral de este colectivo. En este sentido, se expresó que, desde el inicio de la pandemia y dentro de la respuesta médica, los consultorios fueron readaptando la manera de darle continuidad a la asistencia a las personas mayores que requerían de este servicio.
El equipo médico del Hospital Geriátrico reinició sus consultas en la fase 3 de la pandemia, a mediados del año pasado. “Los consultorios sufrieron modificaciones estructurales para una atención cuidada, ya que cuentan con acrílicos separadores, las sillas de espera se encuentran a una distancia de 2 metros, se agregaron rampas para garantizar mejor acceso y evitar la trasmisión del virus en las consultas”, comentó la Dra. Ortiz Medina, del Área de Psicogeriatría del Instituto.
Paralelamente, se fueron habilitando servicios a distancia y de circulación cuidada como los de “Autofarma”, una modalidad de retiro en la atención farmacéutica para evitar abandonos de tratamientos; la Teleconsulta, para garantizar la continuidad del servicio médico en forma telefónica pese a la no presencialidad; y “Medicasa”, que es la asistencia a las personas mayores internadas en sus domicilios.
En lo que hace al eje temático de esta edición, el IPS cuenta con un Centro de Salud Mental que debió coordinar nuevas dinámicas en sus opciones de atención y asistencia con el inicio de la pandemia, para contener sobre todo a las personas internadas en el hospital mediante los servicios de psicología y psicogeriatría del Instituto. Asimismo, este Centro creó previo a la pandemia la “Unidad de Memoria”, un dispositivo de atención específico donde el equipo de profesionales realiza valoraciones neurocognitivas mediante test o screening a las personas que acuden al servicio para determinar luego sus abordajes y tratamientos.
En este sentido, frente a las preocupaciones que puedan surgir en este ámbito respecto a deterioros cognitivos, demencias y/o Alzheimer, la Dra. Lourdes Giménez, directora del Hospital Geriátrico, comentó en recientes publicaciones mediáticas que “el 70% de los pacientes de más de 60 años que llegan a consulta ya presentan un deterioro en la memoria” y que ha influido significativamente “la escasa socialización” a causa del COVID-19 entre las personas mayores.
Otras de las recientes acciones creadas dentro de los servicios sociorecretaivos y terapéuticos del Hospital Geriátrico ha sido el “Club de Lectura”, donde las adultas y adultos mayores que acuden lo hacen para leer y analizar lecturas hechas y es coordinado por un equipo de licenciadas en Psicología y un médico geriatra. La creación de este dispositivo dialoga con las declaraciones que la Dra. Giménez ha realizado sobre la importancia de promover factores preventivos y protectores para el cuidado de la memoria: “la alimentación sana, la práctica de deportes, la actividad manual y la socialización, pero por sobre todo mediante la lectura diaria”.
Como complemento diurno y desde las acciones de rehabilitación neuropsicológicas y funcionales, el complejo que nuclea el Hospital Geriátrico cuenta también con un Centro de Día, un espacio que ofrece actividades terapéuticas, lúdicas y contención emocional, que además ofrecen lugar cuidado y propicio para la socialización del grupo de mayores que accede a este servicio.
En esa misma línea, a nivel nacional, se pueden contar los Clubes “Vida Plena”. Son casi 40 centros en la actualidad, que forman parte de la red de centros asistenciales del IPS y que, si bien vieron mermadas sus actividades con el comienzo de la pandemia y que con el paso del tiempo han podido ir retomando progresivamente su normal desenvolvimiento, son espacios de referencia para la promoción de una vida activa y saludables destinados a este grupo poblacional en muchas localidades del país.
Con todo, y ante la consulta sobre las acciones para promocionar hábitos saludables desde la salud mental, la Dra. Ortiz Medina, del Área de Psicogeriatría del IPS, afirma que la mayor parte de la actividad promocional se realiza de forma individual con las y los pacientes en consultorio, mediante el uso de manuales que se entregan para reformar la importancia de la salud mental y vía “psicoeducación”, debido a que aún “no existen programas estructurados para impulsar y mantener cambios de hábitos en las personas consultantes”.
De las debilidades a las oportunidades
Ante la necesidad de contar con datos específicos provenientes de estudios o investigaciones que brinden diagnósticos y/o mapeos sobre la situación actual de la salud mental de las personas mayores (sobre todo aún en tiempos de pandemia), la Dra. Ortiz Medina, miembro del Área de Psicogeriatría del IPS, analiza que, si bien existen registros particulares en centros de salud mental, no hay una sistematización de esos datos, tanto en estos dispositivos como a nivel nacional. “La mayoría de los datos obtenidos acerca de cifras y diagnósticos provienen de investigaciones aisladas y particulares”, asegura.
No obstante, ya en 2018, en declaraciones oficiales, la Dra. Nora Gómez, directora del Centro de Salud Mental del Hospital Geriátrico, informaba sobre la población atendida allí: “por lo general, pacientes adultos/as mayores en edad laboral activa por trastornos de ansiedad y depresión”, y agregaba cifras anuales de atención que ascendían en promedio a “5000 pacientes en psiquiatría y 4000 pacientes en psicología ambulatoria”.
Las estadísticas sobre este tema aún no han sido actualizadas en este grupo poblacional. Sin embargo, algunas declaraciones de profesionales especialistas en medios públicos, como las del Dr. Julio Torales, jefe de cátedra y del servicio de Psiquiatría del Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción, arrojan que toda la crisis generada a partir de la pandemia y sus diversas estrategias para controlarla generaron, al mismo tiempo, diversas sensaciones negativas en la población en general y en las personas mayores en particular.
Miedo al futuro, aumento de quejas físicas, sintomatología depresiva e insomnio, entre otros trastornos posibles emergidos en este contexto, son los más abordados desde el comienzo de la pandemia. Estas valoraciones mencionas son congruentes con el “saldo psicosocial de la pandemia COVID-19 en las personas mayores” que da cuenta uno de los artículos que integra el documento para el Día Mundial de la Salud Mental 2021, denominado “Salud mental en un mundo desigual: juntos podemos marcar la diferencia” y que lanzó la Federación Mundial a propósito de esta efeméride internacional.
El reconocimiento de las debilidades da lugar a la lectura e interpretaciones de las oportunidades para abrir paso a nuevas posibilidades de asumir los retos inmediatos y futuros en materia de salud mental de las personas mayores que tiene el Paraguay. Así, la Dra. Ortiz Medina reflexiona sobre la importancia de “empezar a crear recursos diferenciados y especializados para la atención de las necesidades” de este sector de la población en particular, así como “espacios de recreación y ocio accesibles”, al tiempo que es importante “ampliar y asegurar la disponibilidad” de la cobertura gratuita de medicamentos que el sector público ofrece en casos de deterioros cognitivos y demencias.
Si bien la profesional enumeró algunas acciones pendientes que se deben seguir reactivando desde los servicios del Instituto, producto de la crisis que ha impuesto la pandemia, repara en dos sectores en los que hay que enfocarse para que esas oportunidades sean realidades concretas detrás del objetivo de seguir aportando a la consolidación de los derechos humanos de este colectivo: por un lado, la propia población adulta mayor, ya que incluso una buena parte de ella aún permanece activa en el mercado laboral del país, “por lo que se deben asegurar condiciones dignas de trabajo y acordes a sus recursos y posibilidades”. Y, por otro lado, mejorar la inversión en “formación y actualización del personal en salud mental en general y de las personas mayores en particular”, para lograr una atención oportuna, integral y adecuada.
*Nota publicada en el Boletín 25, «Salud mental de las personas adultas mayores, en especial en tiempos de pandemia por el COVID-19» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.