Imagen utilizada en el marco de la publicación I Fuente: blogciudades.imserso.es/

En un artículo publicado en el blog de la Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), Mónica Ramos Toro, antropóloga feminista especializada en envejecimiento y género, advierte la urgencia de visibilizar y afrontar el abuso y maltrato hacia las personas mayores, y la necesidad de abordarlo desde una perspectiva de género.

Los abusos y malos tratos hacia las personas mayores constituyen una preocupante realidad que a menudo pasa desapercibida en nuestra sociedad. Este problema, insuficientemente estudiado, merece una atención urgente y un abordaje integral que considere su complejidad y la vulnerabilidad de las personas mayores. “Es tan amplio el espectro de los abusos que abarca desde malos tratos físicos, psicológicos, sexuales, financieros, negligencia y abandono, vulneración, obstinación diagnóstica, obstinación terapéutica, entre otros” advierte la reconocida autora y experta en envejecimiento.

La perspectiva de género también es esencial al abordar esta problemática. Ramos Toro destaca que las mujeres mayores son especialmente vulnerables a sufrir abusos debido a la intersección de factores como el género y la edad. De ahí que, es fundamental reconocer esta realidad y desarrollar estrategias que aborden las desigualdades de género y promuevan entornos seguros y respetuosos para todas las personas mayores.

A pesar de la falta de datos precisos, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que entre el 4% y el 6% de las personas mayores en todo el mundo experimentan algún tipo de abuso. Aunque esa cifra solo sea una aproximación, es evidente que la situación exige acciones concretas para prevenir, detectar y abordar los abusos hacia las personas mayores, así como iniciativas para generar conciencia y sensibilizar a la población.

Para Ramos Toro, es fundamental adoptar un enfoque integral que considere la perspectiva de género y las variables estructurales que lo perpetúan. Solo a través de un compromiso conjunto podremos garantizar entornos seguros y respetuosos para las personas mayores, promoviendo así su bienestar y dignidad.

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