Ilustraciones del Boletín 32 del PICSPAM: Rocío Lana

Por: Mariana Rodríguez, Leandro Laurino y Esteban Franchello.

“Desde una perspectiva de derechos humanos, la autonomía supone, por un lado, una dimensión pública que tiene que ver con la participación activa en la organización de la sociedad y, por otro, una dimensión personal que se expresa en la posibilidad de formular y realizar los propios planes de vida. En ambos casos, la autodeterminación y la libertad para decidir por uno mismo son la base de su ejercicio”.

Sandra Huenchuan

En los últimos cien años, la población mundial experimentó un incremento sostenido en virtud de dos condiciones: el aumento de la esperanza de vida al nacer y la disminución de la tasa de mortalidad.

El envejecimiento poblacional es un fenómeno inevitable que compromete el presente y el futuro de las sociedades. En España, por ejemplo, las personas mayores de 65 años constituyen el 20,4% de la estructura poblacional actual y, de acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) alcanzará el 30,5% en 2050. Por su parte, la población mayor de América Latina y El Caribe conformará casi el 19% en ese mismo año, el doble que en la actualidad, según la Revisión 2024 de las Perspectivas de la Población Mundial del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, División de Población (CELADE) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Las personas van a vivir más tiempo, sin embargo, tal certeza no les garantiza una óptima calidad de vida. De hecho, los niveles de desigualdad socioeconómica y de acceso a bienes y servicios que algunos grupos experimentan a lo largo del curso de vida —mujeres, pueblos rurales, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidades, entre otros— presentan situaciones más que preocupantes, en especial, para los países de Latinoamérica.

Paralelamente, ante la mayor esperanza de vida, especialistas en geriatría y gerontología advierten sobre la prevalencia de enfermedades crónicas vinculadas a la fragilidad y a la dependencia (artrosis, deficiencias sensoriales de vista y oído, entre otros).

¿Qué tipo de “logro social” es vivir más si las condiciones materiales y simbólicas le impiden a una persona tener calidad de vida? La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que “si estos años adicionales están dominados por la mala salud, el aislamiento social o la dependencia de cuidados, las implicaciones para las personas mayores y para la sociedad son negativas”.

En este marco, se plantea la necesidad de contar con sistemas, redes y servicios de apoyo y cuidados adecuados para garantizar la dignidad humana: la promoción de la autonomía personal y la atención a las situaciones de dependencia de las personas mayores son acciones absolutamente indispensables.

Esto implica, como sostiene Sandra Huenchuan, abordar la autonomía desde una perspectiva de derechos humanos, lo cual supone dos dimensiones: la pública, que tiene que ver con la participación social activa, y la personal, que se expresa en la posibilidad de formular y realizar los propios planes de vida. “En ambos casos, la autodeterminación y la libertad para decidir por uno mismo son la base de su ejercicio”, afirma la experta chilena.

A su vez, el enfoque de derechos humanos, señala Adriana Rovira, implica poner a la persona al centro de la preocupación y asumir que el Estado tiene la obligación de respetar, garantizar y proteger sus derechos. Si bien los cuidados en Latinoamérica siguen un esquema familiarista y mercantilizado, la demanda de cuidados no se logra resolver solamente con la respuesta familiar, advierte la psicogerontóloga uruguaya. La presencia de las políticas públicas es indispensable para el desarrollo de las sociedades.

En 2020, a partir de la experiencia pandémica, quedaron expuestas las falencias de los sistemas de atención a la dependencia en Iberoamérica y en el mundo entero. Quedó demostrado lo que era evidente: las personas mayores no sólo demandan servicios de apoyo o cuidado, sino que también cuidan a otras personas mayores a la vez que siguen siendo una contribución fundamental en la conciliación de los cuidados familiares, remarca Rovira.

Sin embargo, frente a este dato, aún no resultan suficientes las políticas de cuidado que apoyen a estos grupos. Incluso hasta sería conveniente ampliar estas acciones porque, como señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT), su fortalecimiento y ampliación permitiría la creación de empleos. Al respecto, en 2018 el organismo indicó que la duplicación de la atención a la dependencia podría generar más de 400 millones de puestos de trabajo para 2030, lo que representa un aporte importante a la denominada “economía plateada”, el segmento vinculado a las demandas y servicios dirigidos hacia las personas mayores.

Asimismo, y en línea con Huenchuan, la promoción de la autonomía necesita, según la mirada de Paula Forttes, de una Atención Integral Centrada en la Persona (AICP) que “es la que se dirige a la consecución de mejoras en todos los ámbitos de la calidad de vida y el bienestar de la persona, partiendo del respeto pleno a su dignidad y derechos, de sus intereses y preferencias y contando con su participación efectiva”. Al respecto, la experta española y presidenta de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, Pilar Rodríguez Rodríguez, agrega que dicha personalización requiere que la práctica profesional se desarrolle mediante un vínculo que esté basado en la escucha, la empatía y el respeto.

Garantizar la participación de la persona mayor tanto en la dimensión pública como en la personal consiste en un enorme desafío que requiere del trabajo conjunto entre el Estado, las familias, el sector privado y la sociedad en general. La promoción de la autonomía y la atención a la dependencia —mediante apoyos, cuidados y autocuidados— no es un mero problema personal o familiar: es un desafío social y público, que requiere de decisiones políticas específicas, integrales y comunicacionales y de la asignación de recursos que las vuelvan accesibles y sostenibles en el tiempo. “Tales respuestas tienen necesariamente que contar con la participación de la ciudadanía y plantearlas desde el enfoque de derechos y dignidad, por lo que la ética y sus principios han de tenerse muy en cuenta”, remarca Pilar Rodríguez Rodríguez.

La accesibilidad, el diseño universal y la utilización de las tecnologías y productos de apoyo son parte de las herramientas fundamentales para potenciar la igualdad de oportunidades de participación social y mejorar la calidad de vida. La constitución de la “Red Ciapat-Ceapat” —integrada por los Centros Iberoamericanos de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CIAPAT), impulsados por la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS) en Argentina, Chile y Colombia, y por el Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT), del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) en España—, cumple un rol fundamental como think tank para cooperar y avanzar hacia una mayor inclusión y cohesión social de la población en la región.

Ilustración: Rocío Lana
La autonomía en perspectiva

La noción de autonomía es abordada por diferentes marcos normativos y/o propositivos vinculados a las personas mayores. Entre los Principios elaborados por Naciones Unidas en 1991 en favor aparece expresamente la Independencia —junto con Participación, Cuidado, Autorrealización, Dignidad— y, de forma indirecta, también el tema de la autonomía.

En 2002, la Segunda Conferencia Mundial de Envejecimiento aprobó el Plan de Acción Internacional Madrid que confirmó la relevancia del concepto como principio clave para resaltar la importancia de los cuidados y el bienestar en la vejez.

En 2012, la Carta de San José sobre los Derechos de las Personas Mayores de América Latina y el Caribe reconoció como fundamental el respeto a la autonomía y la independencia en la toma de decisiones y los vinculó con el derecho a un consentimiento previo, “libre e informado para toda intervención médica, así como a los servicios de cuidados, la mejora de las condiciones de vivienda y entorno y la eliminación de barreras arquitectónicas para promover la accesibilidad de las personas mayores”. Por primera vez, un documento regional intergubernamental de las Américas reconoció la categoría de cuidados asociada al bienestar social en la vejez.

Por su parte, en 2014, el Consejo de Europa de Naciones Unidas planteó que las personas mayores tienen derecho a vivir de manera independiente, libre y autónoma, “lo que implica que pueden tomar decisiones independientes  en todas las cuestiones que les afecten, como  la propiedad, los ingresos, las finanzas, el lugar de residencia, la salud, los tratamientos  médicos o los cuidados”.

En 2015, la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) proclamó la Convención Interamericana sobre  la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, un tratado internacional de carácter vinculante. En este documento la autonomía y la independencia de las personas mayores se identificaron como principios generales y como derechos en sí mismos. Asimismo, allí se destacó particularmente a las personas mayores que reciben servicios de cuidado a largo plazo y ambas nociones también se vincularon con el derecho a la recreación, la actividad física, el esparcimiento y el deporte.

En diciembre del 2020, la Asamblea General de ONU —a través de la OMS— declara e impulsa la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), como compromiso global que propone un marco para la autonomía y la atención a la dependencia. Puntualmente, dicha estrategia estipula cuatro áreas de acción destinadas a construir una sociedad para todas las edades. Entre ellas, la tercera área sugiere brindar atención integrada centrada en la persona y servicios de salud primaria que respondan a las personas mayores; y la cuarta, asegura que “el acceso a los cuidados a largo plazo de buena calidad es esencial para mantener la capacidad funcional, disfrutar de los derechos humanos básicos y vivir con dignidad. Además, es fundamental apoyar a los cuidadores, para que puedan brindar la atención adecuada y también cuidar su propia salud”.

Puntualmente, en el marco del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Mayores (PICSPAM) se elaboró la propuesta del “Protocolo Iberoamericano de Formación en Cuidados”. Se trata de una serie de recomendaciones para el diseño de “mallas curriculares” para la formación en cuidados destinada a personas adultas mayores en situación de dependencia y desde una perspectiva de derechos humanos. El proceso de este documento comenzó en el año 2018, tomó como base las aportaciones realizadas en el marco de la “Reunión del grupo de trabajo para la elaboración de un protocolo sobre formación básica a cuidadores/as de personas adultas mayores” que tuvo lugar en Cartagena de Indias, y culminó en 2021.

Los documentos antes mencionados brindan conceptualizaciones y perspectivas para abordar la promoción de autonomía personal  y la atención a las situaciones de dependencia de las personas mayores en Iberoamérica. Su tratamiento implica un enorme desafío para los distintos sectores. La región está envejecida, cada vez tendrá más personas mayores en su población, con mayor esperanza de vida y,  como consecuencia, requerirá de políticas públicas eficientes que garanticen la dignidad  de este grupo, sus familias y de las personas cuidadoras.

La OISS, quien ejerce la unidad técnica del PICSPAM, incorporó dentro de su propuesta formativa un curso virtual Formando a formadores: cuidados profesionales a personas en situación de dependencia, destinado a personal profesional. La primera edición culminó a finales del mes de julio del corriente y se aguarda una nueva durante este mismo año.

A esta agenda, se suman las proyecciones vinculadas a instancias de capacitación virtuales que el Organismo destinará a familiares de personas mayor es en situación de dependencia que ejercen como cuidadoras. En tanto que, el próximo 9 de octubre, la OISS y la Red Ciapat-Ceapat impulsarán el webinario Las Personas Mayores en Iberoamérica. Inclusión y tecnología, otro aporte específico a este eje temático.

Ilustración: Rocío Lana

Nota publicada en el Boletín 32 «La autonomía personal y la atención a las situaciones de dependencia en las personas mayores» del PICSPAM.