Si bien el avance de la edad no implica inexorablemente dependencia, es importante considerar dispositivos que puedan generar un entorno adecuado para el abordaje de este tipo de situaciones que son dinámicas y cambiantes a medida de la sociedad envejece.
En 2016, el Instituto de Previsión Social del Paraguay (IPS) inauguró el “Centro Residencial Especializado de Atención y Apoyo para el Adulto Mayor” (CREAM), ubicado en la ciudad San Bernardino, a pocos kilómetros de la capital del país. El IPS, órgano estatal encargado de administrar el seguro social, logró recuperar el emblemático “Hotel Casino de San Bernardino” para convertirlo en un espacio en el que las personas adultas mayores aseguradas por el Instituto accedan a servicios de atención integral de carácter personal, social y sanitario, en función de necesidades específicas de apoyo y en interrelación con los servicios sociales de salud de proximidad.
Dentro de la política institucional destinadas a este sector de la sociedad paraguaya, el IPS contempla tres líneas de acción: atención a la salud, prestaciones económicas y, la tercera, prestaciones sociosanitarias, que es donde el CREAM se encuentra inserto junto a una serie de Clubes de Adultos Mayores denominados “Vida Plena” que están más orientados a actividades educativas y de recreación. Todos estos dispositivos forman parte de la Red de Servicios de Salud del IPS a nivel nacional y desarrollan programas preventivos y de envejecimiento activo, tanto para jubilados y pensionados asegurados por el Instituto (el CREAM) como para aquellos y aquellas que no lo están (los CLUBES).
El área responsable de coordinar ambas líneas programáticas es la Dirección de Medicina Preventiva y Programas de Salud del IPS. A partir de la implementación del Programa de Atención Integral al Adulto Mayor (PAIAM), esta Dirección desarrolla un modelo de atención de “servicios sociosanitarios integrados” (tal como los define la Convención Interamericana de OEA), donde sus destinatarios y destinatarias son recibidos por equipos interdisciplinarios para trabajar sobre el desarrollo de las actividades de la vida diaria y facilitar el mantenimiento de la autonomía de las personas mayores que participan de dichas líneas.
Si bien el avance de la edad no implica inexorablemente dependencia, es importante considerar dispositivos que puedan generar un entorno adecuado para el abordaje de este tipo de situaciones que son dinámicas y cambiantes a medida de la sociedad envejece. Por ello, es necesario que, tal como lo postula la Organización Mundial de la Salud (OMS), las políticas y los programas de envejecimiento activo permitan a las personas seguir desarrollándose de acuerdo con sus capacidades y preferencias a medida que envejecen y así prevenir o retrasar las discapacidades y/o enfermedades crónicas.
En este sentido, el envejecimiento ha sido considerado (por algunas corrientes teóricas) como un devenir permanente de adaptaciones al entorno en el que las personas viven y se desarrollan, por lo que comprender los procesos de envejecimiento y las vejeces posibilitaría intervenciones gerontológicas (políticas y programas) cada vez más integrales y representativas, que hagan de estos espacios entornos que empoderen, independientemente de las capacidades de las personas que los habitan o participan de ellos, y que logren potenciar y favorecer trayectos vitales más activos y saludables.
Las políticas y los programas de envejecimiento activo, como el CREAM (y la serie de Clubes “VIDA PLENA”), requieren fomentar y equilibrar permanentemente -al menos- tres componentes para cumplir con la premisa fundamental para la que han sido creados: la responsabilidad personal de sus destinatarios y destinatarias (el autocuidado), los entornos adecuados (empoderadores) y la solidaridad entre generaciones.
Así, el CREAM, además de constituirse como un espacio de docencia e investigación gerontológica a nivel nacional, fue creado -primordialmente- como un centro sociosanitario para las personas adultas mayores aseguradas del IPS y no como un hospital geriátrico ni como una residencia de larga estadía (aunque ofrezca servicios de residencia temporal, cuidados y de rehabilitación), su objetivo principal es la prestación de servicios tendientes a mejorar la participación activa y la integración social de este grupo etario.
*Nota publicada en el Boletín 19, «Entornos accesibles y nuevos hogares para personas adultas mayores» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.