Entre sus múltiples acciones para combatir el edadismo, el Instituto Nacional de Servicios Sociales de Jubilados y Pensionados (INSSJP – PAMI) llevó a cabo un Estudio de Percepciones sobre la vejez en personal de Residencias de Larga Estadía.
Dentro del campo gerontológico existe cierto consenso respecto al imaginario social construido en torno a la vejez: existen estereotipos negativos y falsas creencias que desvalorizan y/o anulan a las personas mayores en los ámbitos privados y públicos. Es decir, socialmente se reproducen y consolidan algunos rasgos que se suponen típicos o característicos de la etapa de la vejez que suelen ser estigmatizantes y que, definitivamente, no aportan a la construcción de un mundo para todas las edades.
Los términos “viejismo” o “edadismo” se acuñaron desde la disciplina gerontológica para referirse a los conceptos peyorativos asentados en una visión estereotipada sobre las personas mayores que circulan en la sociedad y que van siendo incorporados a lo largo de la vida, es decir, durante todo el proceso de envejecimiento.
Por ejemplo, se puede identificar diariamente que la edad biológica avanzada es definida negativamente y, en general, es utilizada para devaluar el estatus social de quien envejece. Esto conduce a que los atributos personales sean ignorados y a que los individuos sean etiquetados de acuerdo a supuestas características que surgirían de su afiliación grupal. De este modo, tal construcción estigmatizante también se incorpora en las miradas que las personas mayores tienen de sí mismas, y se proyecta en la expectativa de la propia vejez.
Claro que la circulación de estos prejuicios muchas veces se traduce en la reproducción naturalizada de ciertas prácticas discriminatorias o malos tratos hacia las personas mayores. Esto se observa particularmente en las instituciones que trabajan con dicha población, como las Residencias de Larga Estadía (RLE), y generalmente está asociada a la falta de formación y al desconocimiento.
Según la Convención Interamericana sobre la protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores sancionada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en el año 2015 y ratificada por Argentina mediante la Ley 27.360, el maltrato se define como una “acción u omisión, única o repetida, contra una persona mayor que produce daño a su integridad física, psíquica y moral y que vulnera el goce o ejercicio de sus derechos humanos y libertades fundamentales, independientemente de que ocurra en una relación de confianza”.
De esta forma, los Estados parte se comprometen a adoptar medidas que prevengan de los actos de violencia contra la persona mayor; fortalecer las instituciones que atienden los casos de violencia, abuso, maltrato; producir y divulgar información para generar diagnósticos, sensibilizar a la sociedad y a funcionarios públicos; y desarrollar programas de capacitación dirigido a familiares y personas que ejerzan tareas de cuidado.
Siguiendo esta línea, y con el fin de modificar las representaciones peyorativas que se tienen sobre la vejez para mitigar, así, el maltrato y la discriminación, el Instituto Nacional de Servicios Sociales de Jubilados y Pensionados (INSSJP – PAMI), en tanto organismo clave en materia de políticas para personas mayores en Argentina, que cuenta con una población afiliada de aproximadamente cinco millones de personas, viene desarrollando diversas acciones que promueven el buentrato y una vejez digna.
Entre estas acciones, se destaca el diseño y la implementación del Programa de capacitación en buentrato y Derechos Humanos de las personas mayores llevado a cabo desde la Subgerencia de Capacitación Gerontológica dependiente de la Secretaría General de Derechos Humanos, Gerontología Comunitaria, Género y Políticas de Cuidados. En este marco se dicta el Curso sobre Buentrato a las personas mayores dirigido a personal socio-sanitario de Residencias de Larga Estadía y efectores de salud, mediante la plataforma educativa virtual APRENDER.PAMI.
Las RLE forman parte de los servicios de cuidados institucionales para personas mayores que gestiona el INSSJP-PAMI, orientados a personas que, por diferentes situaciones de fragilidad o dependencia –derivadas no solamente de causas físicas, sino también de deterioros cognitivos-, necesitan apoyo y cuidados para el desarrollo de las actividades de la vida diaria (comer, vestirse, utilizar sanitarios, tomar medicamentos, desplazarse, etc.). De esta manera, las residencias incluyen no solamente el alojamiento, sino también la asistencia psicosocial, enfermería, terapia ocupacional y servicios de salud con alguna complejidad.
El INSSJP-PAMI cuenta actualmente con 542 RLE prestadoras contratadas, de gestión privada, donde se alojan alrededor de 20.000 personas mayores afiliadas. Estas ofrecen atención especializada a residentes con distintos niveles de deterioro que requieren cuidados personales y especializados.
En este sentido, el objetivo de este curso es que las personas trabajadoras de estas instituciones conozcan los principales aportes de la gerontología comunitaria, haciendo hincapié en el concepto del buentrato para eliminar aquellos mitos, roles y estereotipos que abonan a la consolidación de una imagen negativa de la vejez.
Asimismo, la instancia de formación busca identificar las formas de violencia y maltrato para poder erradicarlas, incorporando la perspectiva de género y diversidad sexual; generar ambientes de interacción amigables con las personas mayores, a través de estrategias que permitan respuestas favorables de esta población; y brindar herramientas para generar una comunicación empática, desarrollar la escucha activa y, de esta forma, otorgar una respuesta eficaz a este grupo etario.
Estudio acerca de las percepciones sobre la vejez en el personal de las Residencias de Larga Estadía
Con el objetivo de indagar acerca de los principales prejuicios y estereotipos sobre la vejez, existentes en personal de atención directa a personas mayores, en el marco del Curso se aplicó una encuesta (pre – post) para relevar datos que permitieran evaluar en qué medida la implementación de este tipo de propuestas formativas aportan a la promoción de una imagen positiva de la vejez.
Esta encuesta se implementó mediante un Cuestionario de Estereotipos Negativos hacia la Vejez (CENVE) adaptado, se aplicó tanto al inicio como al finalizar el Curso, fue de carácter autoadministrado y respondido de forma voluntaria por los/as participantes.
El cuestionario es una escala Likert con 20 ítems (50% positivos y 50% negativos). Las opciones de respuestas fueron cinco: muy de acuerdo/de acuerdo / ni de acuerdo ni desacuerdo / en desacuerdo / muy en desacuerdo. Los puntajes fueron de 1 a 5.
Se incluyó el abordaje de cuatro dimensiones: la salud, la personalidad, la motivación y lo social. Cada una de ellas fue nalizada individualmente y en conjunto y tuvo un puntaje y peso diferente en el resultado final: salud (25 puntos), personalidad/carácter (25 puntos), personalidad/carácter (25 puntos), motivaciones – deseos – capacidades (30 puntos) y social (20 puntos). El puntaje de la escala final es de 0 a 100 puntos.
A medida que el resultado aumenta, mayor será la percepción positiva sobre la vejez.
La muestra quedó conformada por un panel de 2.162 personas distribuidas en las cinco ediciones que se impartieron durante los meses de octubre y diciembre de 2021.
El 86.4% estuvo integrado por mujeres, el 11.1% por varones; el 0.8% manifestó ser gay, lesbiana, mujer trans u otro; y el 1.8% prefirió no explicitarlo. El promedio de edad fue de 40.6 años, el mínimo fue 18 años de edad y el máximo 71 años. Respecto al nivel educativo el 25.6% marcó secundario incompleto; el 24.6%, secundaria completa; el 19.8% nivel terciario/universitario incompleto; y el 30.1% finalizó los estudios terciarios o universitarios y más.
Principales resultados
El cuestionario permitió, por un lado, recopilar información relevante acerca de los estereotipos negativos sobre la vejez que tiene el personal de atención directa y, por el otro, identificar el impacto positivo que tiene este tipo de propuestas formativas.
En primer lugar, es preciso destacar que, en todos los casos, hubo mayores niveles de prejuicios en los cuestionarios respondidos antes de la capacitación, que los que fueron completados posteriormente. Puntualmente, en las dimensiones que refieren a la “motivación” y al aspecto “social”, las diferencias entre el antes y el después en promedio fueron mínimas, de 0.31 y 0.36 respectivamente. En la dimensión “personalidad” esta diferencia ascendió a 1.55 puntos, mientras que en la dimensión “salud” llegó a 2.53. En tanto, la diferencia promedio en la escala general fue de 4.76, lo que indica que hubo un menor nivel de prejuicios luego de realizar el curso.
En cuanto a las diferencias según género, tomando en cuenta la “escala general”, considerando que su puntaje máximo es de 100, los tres grupos (mujer, varón, otros) comenzaron con un nivel similar de prejuicio (64 puntos en mujeres y 65 en varones y categoría otros). El cambio también fue parecido, en todos los casos se presentó un menor nivel de prejuicio luego de realizar el curso (en el caso de mujeres y categoría otros hubo un cambio de 4 puntos y en el caso de los varones hubo uno de 5). Es decir, en términos generales los varones presentaron un menor nivel de prejuicio luego de haber transitado el curso.
Al comparar los resultados según el grupo de edad, en todas las dimensiones puede observarse una tendencia interesante: cuanto más jóvenes son las personas, mayor es su puntaje en el nivel de prejuicio. Al mismo tiempo, cuanto más viejas son, presentan un menor puntaje. Esto podría deberse a que las personas mayores son más conscientes de las capacidades y recursos que tienen y construyen una imagen más positiva respecto de sí mismos, a diferencia de los/as jóvenes que tienen una mayor distancia generacional y, por lo tanto, asumen representaciones más estereotipadas sobre la vejez (ver tabla 1).
Al analizar las respuestas de los participantes según su nivel educativo, puede observarse que los puntajes se mantuvieron parejos entre los diferentes grupos, en cada una de las dimensiones analizadas. En otras palabras, pudo observarse que, si bien se partió de puntajes diferentes de prejuicios, luego de hacer el curso, estos tendieron a igualarse, mostrando diferencias mínimas entre los distintos niveles educativos.
El análisis de los datos identificó que el curso permitió que los/as participantes incorporaran nuevos conocimientos y que, de esa forma, sus niveles de prejuicios disminuyeran. Sin duda, esta acción resulta fundamental para que las personas mayores sean tratadas con respeto y empatía, y para despojarse de los mitos que se encuentran tan arraigados y que contribuyen, lamentablemente, a consolidar el edadismo. Las propuestas formativas con enfoque de derechos son elementos clave para generar instanciasde reflexión individual y colectiva que permitan avanzar hacia la creación de sociedades inclusivas.
* El informe completo del Estudio será publicado próximamente por el INSSJP-PAMI y replicado en www.iberoamericamayores.org
* Ver nota completa en el Boletín 29, «El Edadismo en la cotidianidad de las Personas Adultas Mayores» del PICSPAM.