En la comuna de La Pintana, Chile, funciona la primera sala multisensorial diseñada con tecnología de alta calidad que promueve la inclusión de las personas adultas mayores con demencias y deterioros cognitivos.
Una comuna accesible y amigable tiene que tratar de garantizar y ampliar los derechos del conjunto de sus habitantes. Con este objetivo, en La Pintana, bajo la alcaldía de Claudia Pizarro, se construyó una sala multisensorial, la primera en el país con estas características, para desarrollar terapias con demencias y trastornos cognitivos de personas mayores.
Mediante la adjudicación brindada por el Programa de Ejecutores Intermedios del SENAMA (Servicio Nacional del Adulto Mayor), esta propuesta innovadora resalta, fundamentalmente, un enfoque socioparticipativo y comunitario y el abordaje médico mediante el trabajo de un equipo de profesionales de la salud vinculados a la terapia ocupacional, la kinesiología, la fonoaudiología y la psicología.
De acuerdo a datos obtenidos del Censo 2017, La Pintana, ubicada al sur de la región Metropolitana de Chile, es una de las comunas más pobres, con baja calidad de vida e inequidad social. Su población está compuesta por 177.335 habitantes, el 14% son personas mayores de 60 años y más. Es importante destacar que, en el país trasandino, la mayor prevalencia de demencia se identifica en los lugares socioculturales de menores ingresos y en la población rural. En este sentido, se observa que la instalación de la sala multisensorial se posiciona desde y en el paradigma de derechos, permitiendo la inclusión de las personas mayores con demencias, brindando atención médica, pero principalmente, poniendo a disposición un espacio para disfrutar con la familia e integrantes de la comunidad.
“Actualmente, la sala brinda la prestación a 113 usuarios y asesora a las personas cuidadoras para mejorar la calidad de vida de manera integral”, detalla Gabriel Parada Moreno, Coordinador Técnico de la Dirección Integral de Personas Mayores en La Pintana. Allí llegan Rosa y María Isabel Manzano, dos hermanas adultas mayores que participan y disfrutan de las propuestas multisensoriales y del centro diurno que también funciona en el lugar.
“Aquí me siento integrada, tomada en cuenta, en paz. Escuchar sonidos y poder reconocerlos me hace pensar que no estoy tan mal”, expresa Rosa que hoy tiene 71 años y que fue perdiendo la vista gradualmente desde los 26. María Isabel participa en tanto cuidadora de su hermana mayor, y llega a la sala para trabajar la relajación y moderar el stress que ocasiona asumir ese rol, “el hecho de acompañarla también me beneficia a mí, puedo sentir las mismas cosas y aprender acerca de su sensibilidad, de las cosas que ella percibe”.
Equipado con tubo de burbujas, cama de agua, panel de estrellas, panel infinito, botonera de 8 colores, bola disco y sensorymagic, el espacio brinda múltiples beneficios porque “ocupa todos los canales sensitivos que tenemos como seres humanos, dando la posibilidad de estimular más de un área a la vez, lo que genera mayor posibilidad de respuesta frente al objetivo terapéutico. Se trabaja la memoria, la atención, la concentración que, generalmente, resulta difícil hacerlo desde una terapia convencional”, explica la fonoaudióloga Cecilia Reinoso Sáez, encargada del área cognitivo- lingüística.
En tanto, Marcela Chaparro, kinesióloga y coordinadora del Centro de Bienestar de Personas Mayores, resalta que «los beneficios motores que entrega la sala a personas con trastornos cognitivos y demencias son notables porque mejora o potencia el tono y la fuerza muscular, el control postural, la coordinación motora gruesa y fina, el rango de movimiento y la coordinación óculo manual». Asimismo, es destacable el enfoque psicosocial que aplica la sala multisensorial, porque permite trabajar las habilidades sociales y comunicativas, como la motivación y la autoestima.
“Lo que más me gusta es la cama de agua porque me invita a recordar y pensar lo que viene a futuro. Todavía me queda harto tiempo para hacer planes para más adelante”, reflexiona Rosa. “Al entrar siento aromas a flores, sonidos de pajaritos, del mar. Me imagino en el campo, en un bosque, a la orilla del mar. Aquí puedo sentirme entregada a mis sueños”. Mientras tanto, María Isabel, orgullosa del espacio y agradecida por el compromiso de todo el equipo de profesionales que lleva adelante el funcionamiento de la sala, desea que esta experiencia se replique en otras comunas de Chile. Y ojalá así sea porque un entorno accesible es, entonces, un espacio que promueve la autonomía, la participación, la inclusión y que también, en palabras de Rosa, permite soñar y proyectar el futuro.
*Nota publicada en el Boletín 19, «Entornos accesibles y nuevos hogares para personas adultas mayores» del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre la Situación de las Personas Adultas Mayores.